jueves, agosto 11, 2005

PECHOS






Este es un proyecto muy querido. Pero lamentablemente se ha demorado más de la cuenta en ver la luz. Llevo años en esto. Debiera ser un libro. Está la editorial Planeta que va publicarlo. Pero por un montón de cosas, me ha sido imposible terminarlo. Mis más sinceros agradecimientos a todas las que han participado y mis disculpas por que no ha podido verlo terminado. Algún día. Va a salir. Sí o sí.
Esto es un reportaje que publiqué en La Nación cuando recién empezaba a armarse el proyecto definitivo.

(Fotos, de arriba a abajo: Marcela, Nelly, Magge, Manuela)

Seis mujeres se confiesan a sostén quitado
A PECHO DESCUBIERTO


Ellas nos hablan de sus pechos. De sus rollos, alegrías, obsesiones y placeres. De lo que les agrada y lo que detestan. De la importancia que tienen en sus vidas, en su relación con los hombres y en el plano sexual.

Texto y fotos Daniel Olave M.

Los pechos son una obsesión masculina y femenina a la vez. Las mujeres se los miran, hablan de -y también con- ellos, son fuente de placer y también de cientos de trancas. Es la representación de lo femenino, la quintaesencia de la fertilidad y de la vida, a través de la lactancia; el blanco del fetichismo más desatado y obsesivo. Los senos de la mujer han sido transformados en objetos eróticos y carnada para vender productos, atraer gente al cine o adornar, desde las páginas de un calendario perfectamente producido, el grasiento taller de un mecánico.
Su significado erótico, estético, anatómico, cultural, plástico y médico varía sin cesar de una época a otra, de una cultura a otra, de un país a otro. Lo mismo sucede con su importancia histórica, social y política. Antes, a través del óleo, encarnaba a la virgen que amamantaba al niño Jesús. Hoy, merced a la silicona dura e indeformable, ayuda a las jovencitas que quieren salir en televisión.


EL PODER DE LAS PECHUGAS


Pero ¿qué opinan, piensan y dicen las dueñas de los pechos?. De los normales. Los comunes y corrientes. Los de verdad. Aquellos que deben llevarse día a día y que no necesariamente guardan parecido con la redonda y firme perfección que vemos a diario en los modelos de mujer.
Lo averiguamos en conversaciones con decenas de mujeres que revelaron - aquí en Chile y aunque parezca imposible- inquietudes, complejos y anécdotas relacionadas con sus pechos y luego, generosa y espontáneamente, inmortalizaron su torso desnudo.
La idea era posar sin ninguna preparación, así, tal cual como son en verdad. Sin maquillaje, efectos de luces, sin producción ni glamour. Algo así como un registro documental de sus cuerpos.
Estas entrevistas son parte de un trabajo más extenso que incluye fotos y testimonios de mujeres chilenas entre 20 y 70 años, además de una recopilación de datos, entrevistas, citas literarias, poesía, cine, artículos, ensayos, entre otras múltiples fuentes de información, en torno al tema de los pechos femeninos.

En una selección a azar, aquí adelantamos los testimonios de:
Manuela (21 años). Actriz. Soltera. Talla 38 B.
Maggie (26 años). Profesora. Soltera, un hijo. No tiene idea de su talla.
Andrea (27 años). Periodista. Soltera. No tiene muy claro su talla. “Sé que soy B, pero de mona, porque la niña de la tienda me dice”.
Alejandra (33 años), Profesional universitaria. Soltera, un hijo. Copa B, pero no lo tiene claro.
Marcela (36 años) Funcionaria de gobierno. Separada. Talla 34 B.
Nelly (40 años) Educadora de párvulos. Casada, dos hijos. Copa E.

-¿Se sienten cómodas con sus pechos?
-Manuela: Sí.
-Maggie: Sí, pero a veces me parecen un poco pequeños.
-Andrea: Creo que sí. Es raro, pero hasta que me planteé sacarme la foto no había pensado en el asunto. Creo que tiene que ver con un rollo que arrastré mucho tiempo, quizás demasiado. Es que en la etapa de los 15 hasta los 19 más o menos, mi autoestima era pésima. Creía que los hombres no podían tener un cuento erótico conmigo. Por eso es difícil preguntarme si me siento cómoda con mis pechugas, pero sí, estoy conforme.
-Alejandra: No siempre. A veces la ropa que me pongo exige que mis pechugas fueran más pequeñas y más firmes. Cuando me incomodan es cuando siento que son muy grandes. Me gustaría andar sin sostén, pero no puedo. Con un buen sostén y con la ropa indicada se me ven súper buenas pechugas. Desnuda no me gustan mucho, pero me agrada que a mi pareja le apetezcan. En todo caso, a todas mis parejas les han gustado mucho mis pechugas.
-Marcela: Yo diría que, en general, sí. Me siento cómoda con ellos.
-Nelly: Sí.


-¿Qué nombre les gusta más?
Por unanimidad, a todas les acomoda decirles “pechugas”. Sólo Maggie prefiere “pechos”. Andrea acota: “pechugas le decimos la mayoría de mis amigas. Es como un código, decir pechugas está bien, es lo correcto, lo aceptado. Además suena choro, no es vulgar, pero tampoco tan conservador”.
-¿Y cuál les disgusta?
-Manuela: Busto.
-Maggie: Tetas.
-Andrea: Mamas. Lo encuentro chulo. Tetas suena horrible, picante, es como de película porno. Senos me suena siútico y me da risa, es como una palabra pudorosa. Pechos tampoco me gusta, lo encuentro medio andrógino.
-Alejandra: Gomas.
-Marcela: Tetas, un poco. Lo percibo como despectivo, un poco brutal...
-Nelly: Ninguno.


-¿Cuál es la relación de los hombres con sus pechos?
-Manuela: Pareciera que les gustan, por lo menos no he tenido alegatos al respecto.
-Maggie: La verdad, no sé.
-Andrea: Creo que en este minuto es de atracción. A mi pololo le encantan. Y haciendo memoria, creo que en general, con los tipos que he tenido algún affaire, no tuve reclamos. A veces me divierte mucho cuando con cierto tipo de ropa se me ven grandes y es inevitable darme cuenta que los hombres las miran. Estás conversando y no te miran a los ojos, precisamente. Eso me da una sensación de poder que me gusta mucho. Juego con eso. Pero tampoco todo el tiempo, depende. Hay días que amanezco más coquetona que otros. Además, depende de quien sea, nada me puede dar más asco que los viejos verdes que te miran con cara de babosos.
-Alejandra: A todos les gustan. Me las miran mucho y cuando pueden, me las tocan.
-Marcela: Creo que a ellos siempre les gustan más mis pechos que a mí.
-Nelly: Asombro, curiosidad, juego, placer, apetito, ternura, apego, consuelo, refugio, vínculo.


-¿Qué papel juegan en su vida sexual?
-Manuela: Muy importante.
-Maggie: Son una parte más de mi cuerpo tan sensibles y sensuales como el resto de mi piel.
-Andrea: Son fundamentales. El roce, las caricias, los besos y los juegos con mis pechugas son una parte importante al momento de empezar el juego sexual.
Es como si ellos tomaran vida propia y pidieran a gritos con los pezones en punta, un roce o un apretón. No sé, creo que hasta se mueven por sí mismos, como una extensión del cuerpo que también quiere gozar y pasarlo bien. Creo que una gran imagen son los pechos después de haber hecho el amor, están tan lacios y calmos que tranquilizan. Con mi novio tenemos un código, siempre después del amor, me da un beso a mí y uno a cada una de mis pechugas. Es como el fin del rito.
-Alejandra: Son unas pechugas bien sensibles, bien eróticas. Son un accesorio súper importante en mi vida sexual. Me gusta que me las toquen, que me las chupen, que me las miren. Me excita, me da placer. Me gusta sentirlas en contacto con el cuerpo del otro. Con el pecho especialmente.
-Marcela: Tienen un lugar clave. Son vía segura al placer...
-Nelly: Juegan, pues son fuente de mucho placer y mucha risa, y mucho
contacto...


-¿Se las miran, revisan, palpan, tocan o acarician?
-Manuela: Muy poco.
-Maggie: Frecuentemente me observo desnuda frente al espejo. Los reviso, los controlo con el médico periódicamente, pero me carga usar sostén, salvo que sea estrictamente necesario. También me gusta tomar sol en topless, me siento muy libre y cómoda haciéndolo.
-Andrea: Me los toco, sí, como parte de una rutina masoquista frente al espejo. Cuando me estoy mirando las partes que sobran en la guata, por ejemplo, los tomo y los subo con las manos. Es increíble, pienso, lo que cambiaría si los tuviera más parados, pero luego vuelven a caer y los acaricio como de consuelo.
-Alejandra: Yo me las toco, pero no eróticamente. Me las reviso porque odio que me salgan pelos. Y cuando me acuerdo me hago una revisión médica.
-Marcela: Permanentemente.
-Nelly: Mucho, están absolutamente incorporados a lo cotidiano. Le llevan mucho masaje, cremita, apretuje, cariñito... Incluso, guardo casi todo entre el sostén y las pechugas... cuando me saco el sostén caen monedas, papelitos con teléfonos, tornillos, etc. (asunto que pudimos comprobar en la sesión de fotos).


-¿Alguna anécdota o historia sobre sus pechos que quieran contar?

-Manuela: la verdad es que nunca faltan las tallas divertidas y simpáticas. Y por lo general, los piropos son dichos en relación con mis pechugas. Lo que en ocasiones me hace sentir incómoda, pero nada muy enrollado.
-Maggie: Desde que quedé embarazada mi relación y sensaciones respecto a los pechos comenzó a centrarse en mi maternidad. Desde que mi cuerpo comenzó a prepararse para alojar y recibir a un bebé, las primeras manifestaciones de que algo estaba cambiando fueron mis pechos que crecían, preparándose para alimentarlo. Ahora que el Agustín ya está conmigo, su función más importante al momento de amamantar va más allá del acto físico de alimentarlo. Es conectarme con mi hijo en una relación de amor, entrega y protección. De una comunicación que no necesita palabras, sino más bien miradas que traspasan lo físico. Siento que a través de este acto comenzamos a fusionarnos.
-Andrea: Cuando me compro sostenes me los pruebo harto rato. Me miro al espejo, me pongo para un lado, para el otro y así. Me gusta que me queden paradas, y apretadas. Me cargan los sostenes que dejan ver el peso de la gravedad. Por ejemplo, prefiero que a veces me queden marcas al final del día, pero necesito sentirlas bien en su lugar. De preferencia los uso lisos, pero de colores entretes. Me gusta que en el verano, por ejemplo, se vea el tirante. Lo encuentro de verdad, sexy.
-Alejandra: Hubo una época en que las odiaba, porque tomaba un anticonceptivo que me las hacia crecer y doler. Me dolían al caminar y no tenía postura para dormir. Me daba terror entrar a un lugar donde hubiera mucha gente y me las pasaran a llevar. Era un dolor muy intenso y demasiado angustioso, me duraba las veinticuatro horas del día. Todo el mes.
-Marcela: Tengo una relación muy peculiar con ellos. Me provocan mucho placer, me gusta que se vean, los encuentro sexies. Pero al mismo tiempo, me sentiría mucho mejor si tuvieran mayor volumen.
-Nelly: Tengo muchas. Una vez, en un té familiar, me enderecé un poco a buscar algo del centro de la mesa y se me metió la pechuga en la taza de té caliente. Entre la risa, lo quemante y absurdo, se me adhería la taza como si fuera una ventosa. Mientras amamantaba a mi segundo hijo, debí usar unas cosas para contener la leche entre papa y papa. Se me juntaba tanta leche que la usaba para el café cortado de toda la familia y las visitas... Otra vez, mientras daba pecho a mi primer hijo, le dieron cólicos por algo que comí y dejé de darle. Tuve que sacarme la leche con una maquinita especial que tenía. Al cabo de unas 6 horas tenía tanta leche que no pude ni pensar en botarla... así que hice leche asada para el postre.


3 comentarios:

ManoloGonzalezR dijo...

Síiii, a lo mejor con un poco más de historias y anecdotas, las últimas estaban buenas.(les preguntaste antes si se querían sacar las fotos o en el mismo momento tuvieron q' decidir??)

Unknown dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Unknown dijo...

Hola Daniel, me interesa mucho tu trabajo. Por favor envíame un coreo, necesito comunicarme contigo urgente.
pfigueroa@13.cl