miércoles, febrero 22, 2006

MONOS EN CELO







Mujeres exuberantes y potentes ejemplares masculinos, delineados por el magistral uso del aerógrafo, hacen fantasear a millones de seguidores del Noveno Arte. De vocación intransigentemente contestataria, los autores del cómic erótico defienden sus trazos y se oponen a la tijera y a la censura. Aquí proponemos una pequeña guía para no perderse en este laberinto de viñetas rebosantes de sensualidad.

Aunque para muchos sigue siendo cosa de niños, hace rato ya que la historieta ganó la mayoría de edad, entregando a la posteridad grandes obras de destacados maestros. Aun así, el mal llamado “cómic para adultos” suele ser identificado en forma simplista con pura pornografía, cuando entre sus diversas manifestaciones incluye desde el género policial al histórico, pasando por la ciencia ficción, el cómic de autor, el experimental, las adaptaciones literarias y un sinfín de expresiones creativas.

El erotismo, omnipresente en todas las artes, no podía quedar fuera del cómic. Y es que el cómic erótico existe y tiene a su haber artistas y trabajos importantes, alejados de la poco creativa pornografía, entendida como aquellas historietas sin contenido o audacia formal, que -al igual que su bastarda parienta cinematográfica-, se dedican solamente a la exhibición de miembros erectos, vulvas hambrientas y coitos constantes sin ninguna justificación narrativa.

Mujeres exuberantes y potentes ejemplares masculinos han desfilado en los cuadritos de múltiples historietas, llenándolas de sensualidad, pero, a la vez, de un aporte a la madurez del llamado Noveno Arte. Ya en los años ‘40, cuando la aventura comenzó a proliferar en el trabajo editorial, aparecieron gallardos galanes y audaces heroínas que sugerían la vieja e inevitable atracción entre los sexos. Pero el férreo control impuesto por los syndicates (las empresas que distribuían las historietas en los periódicos) mantenía a Eros a raya. A lo más se insinuaban curvas turgentes bajo los trapos selváticos o los ropajes futuristas. Jane, la compañera de Tarzán, o Dale Arden, la pareja de Flash Gordon, eran las bellas en peligro que los héroes debían rescatar, pero también podían aparecer como mujeres de armas tomar, que luchaban por sus hombres. Claro que en algunos países, debido a la férrea fiscalización de la moral a cargo de gobiernos opresivos, estas voluptuosas chicas de las historietas eran censuradas y simple y llanamente, se les “borraban” –literalmente- las curvas, para dejarlas planas y castas.

BARBARELLA Y VALENTINA

No fue hasta los años ’60, gracias a los vientos renovadores de la contracultura, la revolución sexual y los aires libertarios que recorrieron la sociedad entera, que el cómic también se destapó. Fue el tiempo en que recién el cómic era tomado en serio y se veía como un arte incipiente del gusto del público adulto. Uno de los primeros en demostrarlo fue el francés Jean Claude Forrest, el autor de la ya mítica “Barbarella”.

Heroína feminista intergaláctica (encarnada en el cine por Jane Fonda), Barbarella vivía peligrosas aventuras en el espacio a la vez que desprejuiciadas odiseas sexuales con los más diversos y extraños personajes. Inspirada en Briggite Bardot, fue “una puesta al día de la ingenua libertina, de Colette”, al decir del destacado especialista Roman Gubern, “con su desenvuelta y desinhibida sexualidad fruto de una candorosa moral más allá del bien y el mal, acorde con las propuestas mitológicas del arquetipo femme-enfant en la cultura de masas”.

La vanguardia del cómic europeo, donde primero se consolidó la idea de autor, dio cabida a grandes guionistas y dibujantes, como el español Enric Sió con “Mara” y el italiano Guido Crepax y su creación “Valentona”. Según el cineasta Carlos Saura, gran seguidor del trabajo de Enric Sió, “Mara es la plasmación de algo soñado donde un erotismo sadomasoquista campea respetuosamente sobre el limpio diseño y las tenebrosas oscuridades”.

En el libro “Guido Crepax”, suerte de autobiografía del autor francés, se describe así a su magnético personaje: “La encarnación de Louise Brooks, la soñadora masoquista, la fotógrafa dominante, la exhibicionista romántica, la bellísima andrógena, la dulce muchacha con el culo más bello del mundo (como “Justine”). La incomparable Valentina había nacido”.

En Estados Unidos, al calor del movimiento contracultural, avalado a la vez por el surgimiento del Pop Art, surgió un importante movimiento de cómic desprejuiciado, adulto y alejado de las grandes empresas editoriales. Su máximo exponente es el genial Robert Crumb, autor de vocación intransigentemente contestataria, y el creador de todo un símbolo de la lucha contra la hipocresía de su sociedad: “El Gato Fritz”. Felino jaranero, promiscuo y vividor, Fritz vivía aventuras urbanas cargadas de sexo, drogas y alcohol. El gato y sus demás personajes, además de una serie de divertidas y corrosivas historias -muchas de carácter autobiográfico- ilustraron con un estilo satírico y grotesco el fetichismo, las fantasías y frustraciones sexuales de toda una generación.

UNDERGROUND

Cobijados en un principio en el mismo movimiento marginal, surgieron otros dibujantes que se inclinaron por el género de la fantasía heroica, con héroes llenos de músculos y testosterona y heroínas de una sexualidad exagerada que vivían desencantadas aventuras en mundos lejanos y exóticos. Con poca ropa y espada en mano, los caracteres de Fran Frazetta y Richard Corben, por ejemplo, dieron origen a un vasto imaginario que mezclaba el erotismo y la épica. En especial Corben, que con una técnica que privilegiaba el volumen a través del magistral uso del aerógrafo se ha impuesto como todo un maestro, lo que se puede apreciar en sus mejores obras llenas de mutantes, en especial la serie de Den.

Gaetano Liberatore, creador del personaje Ranxerox, describe así los personajes femeninos dibujados por su colega Corben: “Sus mujeres jamás son figuras de diosas abstractas... Son muy reales y encarnan el deseo más primario de todo hombre con sangre en las venas”.

Como explica Dennis Wepman en “Richard V. Corben y el Arte de la Fantasía” (“Historia de los Cómics”, Toutain Ed.), “su obra siempre ha mostrado la figura humana de una forma franca y voluptuosa, pero Corben nunca ha sido pornógrafo; en 1981, cuando le preguntaron si creía que su obra era erótica, se puso pensativo y contestó que “puede que sensual”.

Dentro del auge del manga o cómic japonés, se encuentra una serie de artistas que hacen un magistral uso del sexo para la realización de historietas de diversos géneros. Autores como Wataru Watanabe, Shiyoji Tomo, Kaori Asano y otros muchos, han podido dar cuenta de una irónica libertad en un medio algo restrictivo. Con la única salvedad de no mostrar genitales, hay millones de páginas con las escenas de sexo más duro en las que un espacio en blanco o, al revés, una franja oscura, tapan lo justo y necesario. En enero un juez nipón, invocando un artículo del Código Penal, sentenció a un año de cárcel al editor de una publicación de manga, aduciendo que estas ilustraciones producen influencias nocivas para la moral sexual.

En Europa, son muchos los que han hecho del erotismo uno de los temas clave de su trabajo, llegando a experimentar en zonas más límites del género: el sadomasoquismo, la homosexualidad y el sexo duro. Es el caso de los italianos Eleuteri Serpieri y su saga de ciencia ficción “Druuna”, o Tanino Liberatore y su héroe cyberpunk “Ranxerox”, un androide en que la brutalidad es característica, ya sea en la violencia o el sexo. En Francia, se puede encontrar desde las rotundas mujeres del picaresco Georges Pichard, hasta el sexo como arma intelectual que desarrolló Gerard Lauzier en sus obras llenas de cinismo y desvelamiento social.

En Estados Unidos, la refrescante sexualidad de “Little Annie Fany”, de Harvey Kutzman, convertida en un clásico de Playboy, o los experimentos límites de Howard Chaykin en “Black Kiss”, mezcla de sexo explícito, aventura policial y vampirismo, son dos exponentes del cómic erótico contemporáneo.

Dos de los más destacados artistas del cómic erótico se pueden encontrar a ambos lados del Atlántico. Sacando la cara por el continente sudamericano está el sin par Horacio Altuna, dibujante de mujeres perfectas en su sensualidad y de historias llenas de humor y situaciones donde la libertad sexual y el absurdo van de la mano. Es autor, en conjunto con el guionista Carlos Trillo, de historietas de gran calidad y contenido, donde el humor y el erotismo son una herramienta más de una lograda crítica social, desencantada y certera, como se puede apreciar en “El Loco Chávez” y “El Último Recreo”, entre otras. En el plano intrínsecamente erótico, Altuna tiene un serie de relatos cortos realizados para la revista Playboy y compilados en un par de libros con su lúbrica batería de mujeres despampanantes, activas y desprejuiciadas.

¡CLIC!

Otro de los grandes exponentes del cómic erótico es italiano, y ha logrado componer un universo propio, rico en lecturas y expresividad, donde la aventura interior se mezcla con la exterior. Las protagonistas de sus historietas son casi siempre mujeres, bellas hasta la exasperación, de cuerpos perfectos, cargadas de una sexualidad explosiva y a veces fatalista. Como Claudia, que sólo puede expresar su arrebatador erotismo a través de un aparatito que controla a distancia sus impulsos en las cuatro partes de “¡Clic!”. O la inolvidable Miel, la protagonista de “El Perfume del Invisible” y otras historias, dueña de una sexualidad perturbadora, y que debe su nombre, como ella bien sabe demostrarlo, al peculiar sabor de su sexo.

“El erotismo alevoso, ornamental, juguetón, de Manara, tiene mucho de burla y nada de perversión, como un cuento del Decamerón o las exaltadas hazañas eróticas de Henry Miller”, escribió Juan Sasturain, eminente cómicólogo argentino. Y agrega sobre una de sus obras más exitosas y controvertidas, “¡Clic!”: “Una socarrona ironía recorre el relato lineal, aparatosamente explícito en su intención, disparatado en su mecanismo narrativo -el mágico aparatito- y mucho menos disparatado en su abierto e inteligente final. Reflexión jugosa, directa y divertida sin vueltas sobre la hipocresía y la represión sociales y los oscuros recovecos de la mente frente a la majestad del deseo”.

En el mismo texto, Sasturain agrega una reflexión que se hace extensiva a toda la obra de Manara, y de alguna manera, al cómic erótico en general: “Es claro que el objeto estético privilegiado de Manara, es el hermoso cuerpo femenino en celo, que la intención básica es la reivindicación soberana del deseo y sus derechos tan postergados (...) En ¡Clic! Hace una fiesta blanca con el cuerpo de Claudia, un espectáculo con su hermosa calentura. A su alrededor se escandalizan -nos escandalizamos- los verdaderos monstruos, la aparentemente saludable legión de voyeurs y perversos que conviven dentro de la historieta o vacilan en su lectura”.

lunes, febrero 20, 2006

EL ETERNO BURDEL DEL CINE CHILENO


Prácticamente no hay película chilena donde no aparezca una prostituta. Desde “Julio Comienza en Julio” hasta "Padre nuestro”, de próximo estreno, las trabajadoras sexuales son protagonistas y una suerte de icono de nuestra cultura audiovisual. Striptiseras, topleteras, cabareteras, chicas de la calle, de saunas o casas de masaje, desfilan asiduamente en las cintas rodadas en nuestro país.

“¿Creí que esto es un paseo? Este es un trabajo como cualquier otro. ¡Y te vai a tener que esmerar por la chucha!...”
(María Izquierdo, “Leila”, en “La Fiebre del Loco”)

por Daniel Olave M.

En 1925 fue creado el primer organismo de censura cinematográfica en Chile bajo el gobierno de Arturo Alessandri, cuya misión era prohibir aquellas películas “contrarias a la moral, a las buenas costumbres y a la seguridad y tranquilidad del Estado”. Al año siguiente, cayó la primera película nacional bajo sus garras. En 1926, el Consejo de Censura se espantó al revisar “La última trasnochada”, el último trabajo de Pedro Sienna (el mismo de “El Húsar de la Muerte”).

En el film, Pablo (Sienna), el protagonista, es un hombre de buena familia dedicado a la bohemia. A pesar de estar enamorado, pierde a la joven por no poder dejar su vida licenciosa. Ella se casa con otro y Pablo cae aún más bajo. En una de las primeras escenas de la película, el protagonista estaba en un cabaret con una bailarina sentada en sus rodillas. Le quitaba a la chica uno de sus zapatos y lo usaba para beber champaña de él. Esa escena tuvo que ser cortada.

Bailarinas de cabaret, putas callejeras y marginales, stripstiseras, topleteras, copetineras, chicas de compañía, sauna o casa de masajes, prostitutas en general han existido siempre en el cine chileno. Y si uno se atiene a las películas de los últimos 30 años, pareciera ser el personaje más recurrente y representativo. Desde “Julio comienza en Julio” a "Padre nuestro", uno de los primeros estrenos del 2006, las trabajadoras sexuales son protagonistas y una suerte de icono de nuestra cultura audiovisual. Una imagen recurrente y que parece ineludible a la hora de mostrar la represión, el abuso de poder y el tan mentado doble estándar, la hipocresía nacional.

No deja de ser curioso que, en los filmes chilenos, la encarnación de la posibilidad de liberación sexual de sus personajes esté representada muchas veces por prostitutas. En un cine plagado de personajes reprimidos o frustrados, la vía de escape preferida e incluso la oportunidad de perder la virginidad, siguen siendo “las mujeres de la vida”. Ya sea en el caso de adolescente hijo de un dueño de fundo en Julio Comienza en Julio de 1976 o el joven de provincia que es llevado por su propio hermano a descartucharse con una profesional en Los Debutantes de casi tres décadas más tarde.

BURDEL, BOITE Y SAUNA

En “El roto”, de Alberto Daiber, estrenada el año pasado, un prostíbulo ocupa un rol principal en la historia. Según la adaptación de la novela de Joaquín Edwards Bello, en esta “casa de putas” típica del Santiago de la primera mitad del siglo pasado, vive la protagonista, Clorinda (María Izquierdo), viuda del hermano de la dueña del burdel, encarnado por la cantante Carmen Prieto. Además, una de las niñas del lugar, Patricia López, es el amor del hijo de la protagonista, en este drama sobre personajes marginales que luchan sin éxito para superar las desgracias de su condición.

En los tiempos del cine mudo, dos años después de la ya citada “La última trasnochada”, una nueva película fue pasto de la censura nacional. En “Vergüenza” de Juan Pérez Berrocal, un pionero del cine chileno con sede en la bullente capital cinematográfica de Antofagasta, el protagonista era un minero que se volvía loco por culpa de la sífilis que contraía en un prostíbulo. Para más remate, su noble esposa, al quedar abandonada, debía trabajar en un burdel para poder sobrevivir. La cinta finalmente fue aprobada, pero no sin la obligación de poner un cartel con la advertencia: “inconveniente para señoritas”.

El cine chileno de los años 40 y 50 con sus comedias ingenuas y populistas no registran este tipo de personajes, que reaparecen merced a los registros con intención realista de fines de los años 60, en trabajos como “Largo Viaje” (1967), de Patricio Kaulen o “Valparaíso Mi amor” (1969), de Aldo Francia.

Pero es en “Julio comienza en Julio” (1976), de Silvio Caiozzi, donde reaparecen en un rol protagónico. Esta es la historia de la poderosa familia de latifundistas los García del Castaño, donde Don Julio (Felipe Rabat) es el autoritario patrón de la comarca y que cuando su hijo Julito (Juan Cristóbal Meza) cumple los 15 años organiza una enorme fiesta donde la atracción principal son las meretrices del pueblo. Julito conoce y se enamora de María (Shlomit Baytelman), la más joven de las prostitutas, sólo para sufrir una dura lección sobre el orden impuesto por la clase a la que pertenece y que le deja claro que hay mujeres de las cuales gente como ellos no se pueden enamorar.

Estrenada en 1979, “Julio...” es prácticamente la única película estrenada en esa década. En los años siguientes tampoco hubo muchos estrenos, pero uno de los pocos y el más exitoso de los años 80 es “Como aman los chilenos”, de Alejo Alvarez. Estrenada en 1984, está basada en un best seller de Jorge Sasía y pretende, de modo torpe, ingenuo y con un estilo sacado del sketche, revelar la hipocresía nacional y las costumbres sexuales de nuestro país. Entre sus innumerables y ridículas secuencias, desfilan gran cantidad de prostitutas que rebelan el licencioso comportamiento del chileno medio.

"Sussi”, de Gonzalo Justiniano (1988) otro gran éxito de taquilla de esos días, también pretendía mostrar algunas características del ser nacional a través de la fábula de Azucena (Marcela Osorio), la ingenua y sensual niña de provincia que llegaba a Santiago en busca de una mejor vida y que terminaba siendo usada por los hombres, pasando de objeto sexual a símbolo nacional a través de una facistoide campaña del gobierno. Sussi encuentra trabajo en un cabaret entre sórdido y existencialista, que da inicio al recurrente escenario que estará en tantas películas chilenas: el cabaret o la boite, con copetineras y bailarinas semidesnudas.

Desde entonces son múltiples las películas donde aparece este tipo de lugar. Como en “¡Viva el novio!”, de Gerardo Cáceres (1990), en que Cristián García Huidobro encarna al Pelao Infante, que tras un escándalo el día de su matrimonio, comienza un pícaro deambular que, por supuesto, incluye el paso por uno de estos infaltables cabarets con sus amistosas acompañantes.

Al año siguiente, nuevamente García Huidobro es uno de los actores de una comedia, donde reaparecen las prostitutas como personajes protagónicos. En “Los Agentes de la KGB también se enamoran”, de Sebastián Alarcón, Sergei Gazarov es Misha, un inútil espía ruso que aterriza en una casa de masajes regentada por Gloria Munchmayer, y donde trabajan varias “niñas”, encarnadas entre otras, por Catalina Guerra y Elvira López. El protagonista se enamora de una de ellas, Paola (Luz Croxatto), que es una buena chica que se prostituye para pagar su departamento. Pareja de un tipo fresco y explotador (García Huidobro), ella será "salvada" por el amor del bonachón un agente ruso.

DE ORNELLA MUTTI A ANITA ALVARADO

Ya en los últimos años, el desfile de prostitutas se hace recurrente y prácticamente inevitable. Las hay en cintas tan disímiles como "Horcón" (2005), de Rodrigo Goncalez; “Hay algo allá afuera” (1990), de Pepe Maldonado ; “El Hombre que Imaginaba” (1998), de Claudio Sapiaín, con Aline Kuppenheim como una rubia prostituta intelectual o “Monos con Navaja” (2000), de Stanley, donde están encarnadas por las únicas mujeres del film, Berta Lasala y Carolina Fadic, como Josefina, que al ser encañonada por unos mafiosos susurra entre lágrimas una frase inolvidable: “Somos putas, pero somos buenas”.

En “Tierra del Fuego” (2000), de Miguel Littin, Ornella Mutti es Armenia, quien encabeza una troupe ambulante de prostitutas que llega a las tierras australes para divertir a colonos y aventureros. Al año siguiente, en “La fiebre del loco”, de Andrés Wood, una vez más aparecen las prostitutas ambulantes que llegan hasta los rincones del sur de Chile para ofrecer sus servicios entre los hombres de una caleta que vive días de abundancia.

El grupo, entre las que se encuentran Patricia López y Mariana Loyola tienen de líder a Leila (María Izquierdo), que se luce con algunos de los mejores textos del film (como el genial: “¡Y te vai a tener que esmerar por la chucha!”), incluyendo un monólogo donde analiza cínicamente las relaciones de pareja, para terminar reivindicando, a pesar de todo, el amor.

Las cortesanas desfilan, entre otras, en cintas como “Last Call”, de Christine Lucas, en la que el estadounidense Peter Coyote realiza una incursión nocturna en el mítico Nautilus, donde las chicas nadan desnudas al interior de unos acuarios. Y también aparecen en “Historias de Sexo”, “Coronación”, “Gringuito” (Alejandra Fosalba) “Paraíso B”, “Subterra” (Berta Lasala) y “Negocio redondo”, de Ricardo Carrasco, donde son personajes protagónicos. Parte importante de la acción transcurre en un prostíbulo, donde uno de los protagonistas, Luis Dubbó, tiene a su novia: Mariana Loyola.

Recientemente, Viviana Rodríguez encarnó a Gloria, una prostituta VIP en “Gente decente”, de Edgardo Viereck. El film gira en torno a Andrés (Luciano Cruz Coke), un abogado exitoso que en su despedida de soltero se enreda con Gloria, quien al ser asesinada, envuelve al protagonista en una turbia aventura criminal. Y en “Be-Happy”, de Gonzalo Justiniano, Cathy (Manuela Martelli), es una adolescente que sufre todo tipo de desgracias, y que finalmente, termina prostituyéndose en las calles de Valparaíso.

De entre las películas de los últimos años destaca “Los debutantes” (2003), de Andrés Waissbluth, cuya trama principal está ambientada en el sórdido mundo de la prostitución. La vida de los protagonistas, dos hermanos, se complica cuando visitan una boite donde baila Gracia (Antonella Ríos) la amante del regente del lugar. El espectáculo de la protagonista totalmente desnuda y sólo cubierta de espuma – además motivo central del afiche del film- se convirtió en un clásico automático del imaginario audiovisual.

Supuestamente inspirado en un show de verdad, se convirtió en un número ofrecido en varios locales santiaguinos y más de una trabajadora sexual se publicita en internet con fotos donde aparece desnuda con espuma, al igual que en la película. Además, en la cinta aparece actuando nada menos que Anita Alvarado, famosa por un pasado de prostitución en Japón y hasta vinculada en una investigación de trata de blancas. La “Geisha chilena” es Solange, la puta encargada de desvirgar a Víctor (Juan Pablo Miranda) en una breve escena donde hace gala de su diestro manejo en estos menesteres, poniéndole un condón con la boca al protagonista. Y de paso, se convirtió en la primera ex prostituta que encarna un personaje similar en la historia del cine chileno.

domingo, febrero 12, 2006

CHILE VS HOLLYWOOD

Lucio Villegas, haciendo de químico en "Red dragon" (1945), un film de la serie de Charlie Chan.


Evelyn Ankers junto a Lon Chaney Jr., en una escena de la clásica cinta de horror "El hombre lobo".


Malú Gatica junto a Alex Nicol, en la película de espionaje "Target Unknow".

Leonor Varela con Wesley Snipes, su coprotagonista en "Blade 2".

Siempre será tema, el que modestos chilenitos terminen conquistando la capital del mundo del cine. Desde los tiempos de Malú Gatica, esa fantasía colectiva de poder llegar a la ciudad de los sueños, ha sido pasto de todo tipo de comentarios, alabanzas y, por supuesto, "chaqueteo". Faltaba más.

De Malú Gatica (que hizo tres películas en Estados Unidos) a Leonor Varela. De José Bohr a Cristián de la Fuente. Siempre ha habido algún pionero que desafiando la ley de las probabilidades, ha terminado consiguiendo una meta que para muchos, no es más que un sueño.

Han sido más de los que se piensa. Algo sé del tema. Me di la lata de trabajar un par de años en un libro sobre el tema (“Chile vs Hollywood”, 1997. Ed. Grijalbo, a le venta en las mejores librerías... aunque parece que ya no se encuentra). Las historias de Claudio Guzmán, Álvaro Arce o la del señor que dirigió la Profecía IV.

Como mi amigo Alexander Witt, que luego de años de ser el director de segunda unidad de películas más que top (“Máxima Velocidad”, “Twister”, “Gladiador”, “Daredevil” y “La Maldición de la Perla Negra” ...la lista es interminable, chequéenla en http://www.imdb.com), pudo dirigir su primer film: 2Resident Evil: Apocalipsis”, con Milla Jovovich.

En su última visita para adelantar detalles de “Caleuche” de Jorge Olguín, donde será productora ejecutiva Leonor Varela nos contaba de algunos de sus proyectos. Como la secuela de “Gol!”, donde hace de periodista y una cinta donde hará de esposa de John Leguizamo.

Pero de todas las historias insólitas sobre el tema, una que dscubrí (y que lamentablemente quedó fuera de mi libro) es la de Evelyn Ankers, de la cual poco o nada se sabía por aquí. Una descendiente de ingleses nacida en Valparaíso y que comenzó su carrera modelando, luego actuando en Inglaterra, para pasar más tarde a Hollywood, donde hizo más de 50 películas en los años 30 y 40's.

Fue una de las protagonistas de “El Hombre Lobo”, junto a Lon Chaney Jr. Hizo “El Hijo de Drácula”, “El Fantasma de Frankenstein”, “La Venganza del Hombre Invisible”. Actuó junto a Abbot y Costello, hizo filmes de Sherlock Holmes, otro de Tarzán y una serie de filmes de terror, aventuras y hasta westerns.

Es considerada una de las principales Scream Queen's, o sea una de las "reinas del grito", como se llama a las divas del cine clásico de horror. Fue novia de Glenn Ford y luego se casó con el actor Richard Denning (habitual de la serie “Hawai 5-0”). Se retiró junto a él a Hawai, donde murió de cáncer a mediados de los 80.

Casos como el de Mrs. Ankers, desconocidos para la mayoría del público, hay varios. Como José Bohr, famoso director de filmes como “Uno que ha sido Marino” y “El Gran Circo Chamorro”. Pero también fue protagonista de “Sombras de Gloria”, primer filme hecho en español en Hollywood, cuando la llegada del cine sonoro hizo a la industria filmar una misma película en varios idiomas. Él hizo varias allá y también tuvo un papel protagónico en “Rogue of the Rio Grande” (1930), junto a Myrna Loy.

Christina Montt, era una señorita de la sociedad chilena nacida en 1895, que emigró a Los Ángeles y se hizo amiga de grandes figuras de esos tiempos en Hollywood. Apareció en unos 10 filmes, entre 1924 y 1938, la mayoría en papelitos muy pequeños. Fue la Infanta de España en “The Sea Hawk”, de Frank Lloyd; hizo de "la señorita González" en “The Rose of the Golden West”, con Mary Astor; fue "Suzie" en “Madam X”, de Sam Wood y apareció en “Suez”, con Tyrone Power y Loretta Young.

Un caso parecido es el de Lucio Villegas, nacido en la ahora cinematográfica ciudad de Lota, el 25 de febrero, de 1883; y fallecido el 20 de julio de 1968, en Los Ángeles, Estados Unidos. Apareció en más de 40 películas hechas en Estados Unidos.

Al igual que Christina Montt, tuvo también roles breves (la mayoría no acreditados), en producciones en inglés, algunas tan famosas como “La Novia de Frankenstein”, de James Whale, protagonizada por Boris Karloff; “Solo los Ángeles tienen Ala”s, de Howard Hawks, protagonizada por Cary Grant; “La Marca del Zorro”, con Tyrone Power y en la comedia musical “The Devil on Horseback”, donde tenía un papel mucho más protagónico, un señor que aparece en los créditos como Del Campo, que no es otro que el chileno Francisco Flores del Campo, el mismo de”La Pérgola de las Flores”.

Ah, y el señor de la “Profecía IV” se llama Jorge Montesi. Este filme no tiene mucho que ver con la trilogía original, se hizo como telefilme, pero en Chile se dio en cine. Montesi ha hecho una larga carrera en Estados Unidos, dirigiendo sobre todo series de TV, como “Comando Especial”, “Highlander”, “Martes 13”, “Kung Fu: el Regreso”, “Policía de Nueva York”, “Relic Hunter”, “Andrómeda y “Mutant X”, entre muchas otras. También dirigió “Queen of Swords” (inédita en Chile), una serie tipo “El Zorro”, pero femenina, donde Paulina Gálvez (la misma de “Sub-Terra”) era la ayudante de la protagonista.

martes, febrero 07, 2006

Y DALE CON LOS FANTASMAS

















Nadie puede. Acaban de poner en el sitio de "Terra" una galería con supuestas fotos de fantasmas. Todo bien, igual el tema es divertido. Pero dan por verdaderas un montón de fotos, de las cuales no vale la pena ponerse a averiguar si es verdad que fueron analizadas, etc. Es típico de los sitios de internet poner galerías con fotos de sucesos extraños, como extraterrestres, etc.

Pero lo que nadie puede, es seguir insistiendo con la historia del supuesto "fantasma" de la película "Tres hombres y un bebé". Aparte de vieja, la historia es archi conocida como uno de los inventos más chantas de historias de supuestos fantasmas. Bueno, hay que reconocer que en su momento hasta en "El Mercurio" picaron con el mito urbano.

Se hablaba, mínimo, de algo extraordinario e inexplicable. La imagen de un niño que nadie habría visto en el momento del rodaje, aparecía misteriosamente en una escena. Se echó a correr la leyenda de que era el hijo de los dueños de la casa arrendada para la filmación. Un niño que se habría suicidado. Y que los padres se dieron cuenta años después al ver la película (que no habían visto al tiempo de su estreno por que aparecía su casa y eso era muy doloroso) y bla bla bla...

Y en Terra en febrero del 2006, siguen poniendo la misma lesera. No hay salud. La película NO se filmó en ninguna casa ni nada. Fue en un estudio en Canadá. Y no hay nada sobrenatural, ni siquiera misterioso. Por favor. Simplemente se trata de un subplot de la trama que quedó fuera de la edición final. Según recordarán los que hayan visto la película, el personaje de Ted Danson era actor. En una parte de la historia (que después se sacó del montaje final), el hacía un comercial de comida para perros vestido de frac. Y es una figura de cartón con ese anuncio lo que tiene en su casa al lado de la ventana. Y eso es todo. Todo lo otro es cuento. Lo fantástico es la cantidad de gente que agarró papa y que tantos años después se siga con la misma lesera.

En las fotos aparece la típica imágen del supuesto "fantasma". Pero además hay otros fotos más de la secuencia descartada, donde se ve con detalle la figura de cartón de tamaño natural de Ted Danson en traje de etiqueta.

Para más detalles:
http://www.snopes.com/movies/films/3menbaby.htm
http://charlatanes.blogspot.com/2004/04/ocultistas-necios-nubes-lenticulares-y.html

Eso sería.

lunes, febrero 06, 2006

AMOR A LA MALA








Si el cine nos dice cosas sobre nosotros mismos, ¿qué nos dice sobre nuestra vida sexual? El cine chileno da cuenta un erotismo oculto, oscuro, problemático, poco gozoso, ilegítimo y marginal. Siempre interesará a los realizadores y atraerá al público, pero lo que refleja de nosotros mismos deja mucho que desear.

"Amor a la mala: Sexo en el cine chileno" es el título del trabajo resultante de una idea que me ronda desde hace años. Pasó de artícul o periodístico a capítulo de un libro que nunca escribí y que derivó en este documental realizado en conjunto a Alfredo Silva y los amigos de Urbanart (www.urbanart.cl).

A través de más de una veintena de entrevistas a realizadores y actores, y una selección de escenas de diversas películas nacionales, este trabajo pretende dar cuenta de cómo el imaginario del audiovisual chileno ha abordado el tema del erotismo y la sexualidad.

No se trata de las anécdotas del rodaje, que se han vuelto un lugar común en los medios al tratar el tema (¿fue difícil rodar tal escena? ¿fue complicado desnudarse en tal otra?), sino de acercarse desde una perspectiva sociológica a las motivaciones detrás de una determinada forma de mostrar la sexualidad en las películas chilenas. Y si esto tiene o no, relación con la conducta erótica de nuestra sociedad.

Desde la mirada ingenua del romanticismo del cine mudo chileno hasta los años sesenta. La creciente aparición del tema en el cine de los últimos treinta años, terminando con el “boom” del último periodo, con hitos como "El chacotero sentomental" y las dos películas del año 2003 anunciadas como “eróticas” (“Sexo con Amor” y “Los Debutantes”), hasta la más reciente "En la cama".

Este documental pretende, por una parte, acercarse de una manera diferente al cine chileno, en especial al más reciente, y al trabajo de sus realizadores. Y además, a través de una temática de interés general, dar cuenta del creciente progreso del cine chileno actual y al mismo tiempo, propiciar la discusión de un tema que sigue siendo tabú en ciertos ámbitos de nuestra sociedad.

En el documental aparecen Marcela Osorio, Gloria Laso, Shlomit Baytelman, Leonor Varela, Lorene Prieto, Tamara Acosta, Mariana Loyola, Patricia López, Blanca Lewin, Antonella Ríos, Adela Secall, Manuela Martelli, Daniel Muñoz, Benjamín Vicuña, Néstor Cantillana, Boris Quercia, Cristián Galaz, Silvio Caiozzi, Gonzalo Justiniano, Ricardo Larraín, Andrés Wood, Pepe Maldonado, entre otros. Todos ellos hablan de sus películas, del erotismo en el cine nacional y de los rollos de los chilenos con el sexo.

Pronto. En algún cine por ahí.

LEBU FILM FESTIVAL


Lebu. A dos horas de Conce. Ahí se realiza uno de los festivales de cines más locos del mundo. Sin duda. Más de mil personas dentro de una caverna natural viendo películas chilenas a la orilla del mar. La cagó. La experiencia es loquísima. Lebu es una localidad pequeña, minera, no tiene cine por supuesto. Así que es la gran oportunidad para la gente de ver películas chilenas del último año.
Me habían hablado del festival. Jorge Olguín, por ejemplo, que mostró "Sangre eterna" con murciélagos de verdad rondando. Todo se debe al esfuerzo y la locura de Claudia Pino, que es de allá, estudió cine y concretó un sueño creando este festival que va en su sexta versión y ya tiene carácter latinoamericano e invitados internacionales.
Claro, yo que ando con mala racha sufrí un robo bajándome del tren en Conce. En fin. Estoy chato con el tema, pero perdí muchas cosas. Pero gané otras también con el viaje. La gente: la raja. Eramos un lote en una cabaña junto al mar. Asados hasta tarde, buena conversa y hasta proyectos.
Bonita experiencia.
Grande Lebu.