lunes, septiembre 05, 2005

SALVADOR ALLENDE




SALVADOR ALLENDE

Es cuestión de justicia. Primero, porque Patricio Guzmán es el documentalista más importante y reconocido mundialmente que tiene Chile. Pero del que prácticamente no se ha visto nada en nuestro país, al menos no en la cartelera comercial...y de la televisión para que hablar, cuando sus trabajos son habituales de la pantalla chica europea. Gran parte del imaginario audiovisual sobre la Unidad Popular y el Golpe Militar se debe a su trabajo. Que uno de sus más recientes trabajos llegue en 10 copias al circuito comercial de exhibición era imprescindible y un asunto de justicia.
Pero también, y sobre todo, es un asunto de justicia con Salvador Allende, un personaje que aún sigue siendo polémico en Chile, mientras en el resto del mundo es parte del panteón sagrado de las figuras revolucionarias, en una iconografía que a ratos se vuelve pop y que incluye, entre otros, al mismísimo Che Guevara. Parece inconcebible que a 32 años de su muerte, y a pesar de que tanto se ha hablado y tanto se ha escrito, Allende permanezca en una suerte de limbo que se debate entre la caricatura (el tipo mujeriego y de gustos burgueses como el whisky) y la categoría de santón de una parte de la izquierda.
Hacía falta una película sobre él (y aún nos falta la ficción, pero eso ya es otra historia). Y una que, como ésta, buceara en una dimensión humana, social y política, sin pretender la mentada objetividad, la que por alguna extraña razón, algunos insisten en pedirle al documental, que se sabe, no es lo mismo que un reportaje periodístico, el cual tampoco tendría por que ser objetivo.
Pero en su cinta, Guzmán parte dejando en claro el terreno que se pisa. Este es un trabajo personal. Una búsqueda necesaria para con un personaje que el realizador confiesa en off, se hizo cada vez más importante en su vida. Aún más que en esos mismos años, en que arriba de una citroneta y con un equipo reducido, siguió a Allende durante su campaña para registrar el advenimiento de una época, que se adivinaba histórica, pero de la que se desconocía su fatal desenlace.
Guzmán esboza un retrato impresionista de Allende, recreando su vida –aunque en rigor no es un documental biográfico- a través de gente que lo conoció y lo quiso (amiga de la infancia, ex compañeros de la UP, la Payita), pero obviando a los personajes importantes de la política (no hay ex colaboradores hoy destacados políticos) y preocupándose de la gente de la calle. La que vibró con la UP y que como Guzmán, consideran una época de goce, de sueños, de sensaciones de un futuro único y una vivencia colectiva potente e irrepetible. Y también, de personas de hoy, jóvenes, que destacan su legado desde el corazón y las tripas.
Guzmán acude a imágenes que ya había usado incluso en su trilogía de la "Batalla de Chile", y como otros de sus trabajos, parece que "Salvador Allende" fuera parte de una gran obra única, que incluye esos, éste y otros trabajos como "Chile, la memoria obstinada" y "El caso Pinochet".
Hay numeroso material de archivo, pero también algunos momentos notables en las entrevistas actuales. Como la discusión de un grupo de ex militantes de la UP, que tres décadas después no se ponen de acuerdo en lo qué pasó, en lo que habría que haber hecho, en lo que pudo ser. O esa cargada de emoción, donde el relato se articula en doble lectura mientras un ex militante socialista de Valparaíso, relata el desconcierto de las bases en día del golpeñ. De a poco la cámara se desliza apartándose de él, dejando su voz en off, mientras se posa en el rostro de otro de sus compañeros que está en silencio, con la mirada pérdida, y en la que adivinamos su propio recuerdo, lejano, pero aún presente y doloroso.

SALVADOR ALLENDE. Francia, Bélgica, Chile, México, Alemania, España. México, 2004. Dir: Patricio Guzmán. 100 min.
Todo espectador.
(publicado en diario "Siete" jueves 1 de septiembre)

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