martes, abril 25, 2006

KILTRO


Una de las características que trae consigo la mayor cantidad de producciones locales, es que se amplía la oferta, aumentando la variedad temática, estilística y de género. Poco tienen que ver entre sí, películas como “Fuga” y “La sagrada familia”. Y menos aún, entre ambas y “Kiltro”, el tercer estreno nacional en lo que va del año.

Publicitada como la primera película de artes marciales hecha en Chile, está película se entronca en un subgénero que mezcla la acción y la aventura, con códigos súper reconocibles entre los cultores de este tipo de películas. Historias que giran en torno a algún héroe que logra vencer un desafío –que se supone de tipo filosófico interior- , pero que suele ser a punta de patadas y contra un malo bien malo.

Markos Zaror, experto en artes marciales, con un par de películas en el cuerpo (“Chinango”) y una experiencia hollywoodense como doble de riesgo de La Roca, es el gran motor de este proyecto, dirigido por el debutante Ernesto Díaz. Zaror interpreta a Zamir, un joven de origen árabe, obsesionado con Kim (Caterina Jadresic), una chica de padre coreano, y que viven en barrio de Patronato, reconocido como un lugar donde hay una gran cantidad de personas de ambas colonias. Con este elemento, “realista”, se arma una historia del todo extemporánea a cualquier realidad reconocible en nuestro país, y que está sacada a modo de pastiche de múltiples historias relacionadas al género al que pertenece la película.

La chica es hija de un maestro de artes marciales que enseña en su propia academia, y que se ve envuelto en una violenta venganza que arrastra a Kim y por ende, también a su enamorado. Así comienzan a sucederse las escenas de combate, bien coreografiadas y que no desmerecen en su estilo. El personaje enfrenta la supuesta evolución de peleador callejero a un luchador reflexivo, en el camino conquistará el corazón de su enamorada y vivirá un proceso que le hará conocer su origen.

Todos esto elementos responden a los clichés de este tipo de película, que logran aparecer como exóticas en el panorama fílmico local, y que evade cualquier otra pretensión que cumplir con los códigos pre establecidos, y no decepcionar en cuanto a la factura y visualidad de las escenas de combate. Su correcta ejecución técnica es el fuerte, en un tipo de película que no suele destacar ni en las actuaciones ni en la historia. Ni el héroe, la chica (Jadresic) ni el antagonista (Migel Angel de Luca), son actores, y eso se nota. La participación de actores reconocidos en papeles de apoyo (Ximena Rivas, Luis Alarcón, Alejandro Castillo) intenta darle mayor credibilidad y un toque más local, pero finalmente los hace verse algo fuera de lugar entre asesinos tipo ninja y un enano suerte de remedo del maestro Yoda.

Aunque hay elementos de humor, y en algún momento la película intentara reírse de sí misma, prevalece un tono seudo trascendente que hace más patente su excentricidad. Un producto tan legítimo como cualquier otro, pero dirigido a un público que conoce y acepta las convenciones de un género que se funda en el trazo grueso y la patada certera.

KILTRO. Chile, 2006. Dirección Ernesto Díaz. Elenco: Marko Zaror (Zamir), Caterina Jadresic(Kim), Luis Alarcón (Farah), Migel Angel de Luca (Max Kalba), Ximena Rivas (Sara), Alejandro Castillo (Soto), Daniela Lhorente (Romina), Man Soo Yoon (Terán), Roberto Avendaño (Nik Nak), Pablo Cerda (Max Kalba joven)
Calificación: Mayores de 14 años

MARKO ZAROR: “ME ACUERDO CUANDO IBA AL CENTRO, A LAS FUNCIONES DOBLES DE PELÍCULAS DE BRUCE LEE. ERA FANÁTICO Y SALÍA TIRANDO PATADAS”.


En un enorme galpón abandonado que fuera antes una fábrica textil, un solo hombre se enfrenta a golpes con cientos de luchadores vestidos de negro. Esta es una de las imágenes de la película Kiltro, el tercer estreno del año y que inaugura un nuevo capítulo en la historia del cine chileno: es la primera película de acción y artes marciales que se filma en nuestro país.
Marko Zaror, de 27 años, es el protagonista y productor de este proyecto, un sueño largamente acariciado y que se gestó de forma inconsciente cuando vivía en Chile e iba a ver películas de Jackie Chan y Jean Claude Van Damme. “Me acuerdo cuando iba al centro, a las funciones dobles de películas de Bruce Lee. Era fanático y salía tirando patadas”. Con Boris Quercia (“Sexo con amor”) de coproductor, cerca de un millón de dólares de presupuesto, actores como Luis Alarcón, Alejandro Castillo, Ximena Rivas y una gran cantidad de extras chilenos con experiencia en artes marciales, Zaror usó su experiencia en México y Hollywood para sacar adelante la primera cinta de combos y patadas voladoras que se haya hecho por estos lados.
-¿Cómo terminaste haciendo una película de artes marciales?
-“Kiltro es el proyecto que yo siempre quise hacer incluso antes de salir de Chile. Traer el género a mi país y hacer una película de artes marciales en Chile. Las artes marciales yo las practiqué desde chico (su madre era instructora). Primero me fui a México de vacaciones, pero se me fueron dando las oportunidades de a poco. Televisa me ofreció una beca para estudiar actuación, y yo después de hacerlo, y aunque lo encontré interesante, no era lo que yo quería, o sea, mi idea era todo relacionado con las artes marciales".
-¿Cómo fuiste entrando al mundo del cine?
- “En México me ofrecieron hacer algunas películas de acción donde hice papeles secundarios y me dando cuenta que era posible este cuento. Ahí me dije: me la voy a jugar de verdad y me voy a ir a Los Angeles. Mande unos demos y me llamaron.. Lo primero que hice fue un video de tipo Taebo, enseñar gimnasia con artes marciales, y esa cuestión me salvo por un tiempo. Después trabajé con Roger Corman en una película que se llama Hard as Nails, ahí era el guardaespaldas del malo. No tenía ni un diálogo, pero tenía unas escenas de pelea y yo estaba fascinado. Eso me sirvió como demo. Después hice juegos de computador, me pusieron de esas cosas que capturan movimientos y después lo ocupan para juegos interactivos”.
-¿Y en qué momento entraste a las ligas mayores?
- “Bueno, en ese momento me llamaron de nuevo de México, donde hice Chinango que fue una película que coproducí y todo. Y ya con esa película y lo demás, como que ya tenía un currículum más formado y empecé a mandarlo para postular a proyectos que se estaban produciendo. Ahí conseguí otro papel en un drama que se llama Entre llamas, y bueno, de repente estaba entrenando en un gimnasio donde entrenan todos los acróbatas y la gente que esta metida en el medio de acción, la gente de Jackie Chan, los que hicieron Matrix, los Power Rangers, Las Tortugas Ninja. Todo el mundo entrenaba ahí, en muy buena onda, y de repente me ofrecieron el trabajo de doble. Ahí fue cuando se me acerco Andy Cheng, que es el brazo derecho de Jackie Chan y que ahora se independizó y esta haciendo sus propias películas, para que trabajáramos en el filme con la Roca (Fuego en el Amazonas). Eso fue como un seminario de lo que es el cine con artes marciales. Porque una cosa es hacer artes marciales y otra saber hacer películas”.
-¿Y por qué te viniste a Chile?
-“Como después de ese trabajo me alcanzo un poquito de presupuesto, abrimos una compañía. Hicimos unas películas de bajo presupuesto en México, de clase B, directo al video, y eso me dio la credibilidad y la confianza de poder venirnos a Chile. Me dije: “ahora sí, hagamos el proyecto que siempre quisimos”. Nos asociamos con Ernesto Díaz, que es el director también chileno y con Derek Rundell , que es la parte americana, con quien abrimos la productora Mandrill Films en Estados Unidos.
- ¿De qué trata Kiltro?
- “Esta película es primero un romance, un gran drama. Una película de venganza y con escenas de acción y artes marciales que no se han hecho nunca en Chile. Hicimos un casting al que llegaron más de 300 personas, artistas marciales de todo chile y yo elegí e hice un equipo de 20 personas que es el equipo de stunts, y con ellos yo trabajé por meses, de lunes a viernes, 4 horas al día”.
- ¿Qué papel encarnas tú? ¿Dónde transcurre la acción?
- “Yo soy Zamir, un joven de origen árabe que se enamora de una chica que es hija de árabe y coreana. Esto ocurre en Patronato donde se ve esta mezcla de culturas que lo hace súper interesante. Y por eso también las artes marciales porque hay que hacer una historia que esté basada en algo real, para que la gente se pueda conectar con la historia. Patronato era el lugar más indicado, porque esta la comunidad coreana, los árabes, y los coreanos, el tae kwon do, las artes marciales, por ahí se conectan todos los temas. Es súper importante eso. Que yo como artista marcial pueda expresarme como tal a través de la película, pero también que este incluida la cultura de mi país”.
- ¿Hay el rollo filosófico de las artes marciales en el filme?
- “Sí, el personaje tiene una evolución a lo largo de la película. El comienza como un pandillero, un tipo peleador y a lo largo de la historia, con las cosas que le pasan, él evoluciona y sigue el camino de las artes marciales más espiritual y al final queda claro que la violencia no es el camino”.
- Después de matar a cien tipos y patear a todo el mundo...
- Ja, ja. Claro...

lunes, abril 24, 2006

ZOOM EN HORIZONTE





Desde la semana pasada tengo un nuevo programa en radio Horizonte. Se llama "Zoom". Y va todos los martes de 20 a 21 horas. Hay muy buena música, en la onda de la radio, pero además música de película, canciones de bandas sonoras elegidas con pinzas o relacionadas con los temas del espacio.
La idea es hablar de cine. Con estrenos, noticias, adelantos, recuerdos, entrevistas. Pero no desde una perspectiva "de la industria" o muy "cinéfila", sino partiendo de la base que el cine es un fenómeno masivo, que está metido en nuestra cotidaneidad y que impregna nuestra memoria colectiva.
la invitación está hecha.
Se pueden conectar a la radio acá:
www.horizonte.cl
El dibujo es una caricatura para el sitio web de la radio. A todos los conductores los ponen en esta suerte de mezvla entre mono de playmobil y South Park. Lo peor de todo, es que parece que hasta me favorece el mono...será po.

jueves, abril 13, 2006

LA SAGRADA FAMILIA


Durante tres días, el feriado de Semana Santa, una familia se dispone a pasarlo juntos en su casa en la playa. Además del padre, la madre y el hijo, está la novia del chico, a la que esperan con cierta ansiedad, ya que es la primera vez que sus progenitores la conocerán.
Con esta simple premisa y el contexto de una fecha cargada de simbolismo en una sociedad que se dice católica, pero llena de contradicciones, el director Sebastián Campos ha realizado su primera película, que se estrena en la misma fecha en que está situada la acción, después de un recorrido por varios festivales –nacionales y extranjeros- donde ha logrado premios y una importante presencia.
Cinta modesta en su producción y pretensiones, destaca por su formato libre y de apuesta a la improvisación, donde más allá de las ideas, se la juega por el trabajo actoral y la fuerza interpretativa de un elenco que logra momentos cargados de verdad.
El hijo (Néstor Cantillana) tiene cuentas pendientes con su padre (Sergio Hernández), un destacado arquitecto, al que el joven parece achacar muchas de sus frustraciones por sentirse disminuido ante su éxito y su personalidad. La madre (Coca Guazzini) cumple el rol de la típica madre abnegada que por una parte parece preocupada de sus propios asuntos y no alcanza a dimensionar el desastre inminente, pero que lucha por mantener a flote una familia que, como suele pasar, vive más de las apariencias que de la realidad.
La llegada de la joven (Patricia Lopez), marca el inicio de un conflicto que develará las grietas en la estructura familiar. Su desenfado, su abierta sensualidad y el uso de las drogas, creará un clima donde florecerán surgirán los desencuentros, las dudas, las confusiones y las crisis que se arrastran en ese núcleo, desembocarán en actos que tienen mucho de condenación y a la vez de esperanza.
La presencia de otros personajes, como la misteriosa chica con voto de silencio (Macarena Teke) y dos amigos que también sufrirán las consecuencias de las pasiones desatadas durante el calvario de ese fin de semana, completan el panorama de esta historia íntima, que a la vez tiene mucho de metáfora del Chile actual.
La apuesta de realización de Campos y su equipo, toma cuerpo gracias al compromiso de los actores en un arriesgado ejercicio donde las conversaciones surgen espontáneas y llenas de fuerza, alcanzando momentos cargados de ternura (la relación entre los personajes de Cantillana y Teke) y otros de un realismo sorprendente y muy verdaderos (el speech de Coca Guazzini en la mesa).
A pesar de trabajar con ciertos tópicos que pueden caer en los clichés (la familia que no es lo que aparenta, el simbolismo cristológico), la película sale airosa en su apuesta, precisamente debido a la fórmula elegida para su puesta en escena. Las ideas que rondan, y que tiene que ver con situaciones altamente reconocibles en una gran cantidad de familias chilenas, propias de una sociedad que muta y se debate en la contradicción con sus valores tradicionales, son expuestas desde el interior de los personajes-actores, que buscan en sus propios referentes y experiencias.
La ausencia de guión, el uso de la improvisación, los diálogos espontáneos, el pie forzado de una convivencia real, intensa, con un rodaje en orden cronológico, sin pausa, donde los actores nunca abandonan a sus personajes, da como resultado una experiencia a ratos alucinante, muy potente y que sin duda aporta con frescura al panorama cinematográfico actual.

LA SAGRADA FAMILIA. Chile, 2005. Dirección: Sebastián Campos. Elenco: Néstor Cantillana, Patricia López, Sergio Hernández, Coca Guazzini, Macarena Teke, Juan Pablo Miranda, Mauricio Diocares.

lunes, abril 10, 2006

“AL CINE CHILENO LE HACÍA FALTA SIMPATÍA POR EL DEMONIO”


El realizador de "La sagrada familia", el segundo estreno chileno del año, cita a Mick Jagger para explicar las intenciones de su película, la que define como una “travesura” en un ambiente de demasiadas buenas intenciones. La historia de un fin de semana de sexo, drogas y conflictos familiares en Semana Santa, que se estrenará justamente en esa fecha.

Sebastián Campos es de familia católica, pero él no lo es. Como muchos chilenos, su infancia se remite a una serie de códigos que tienen que ver con un país que se declara mayoritariamente católico. Pero, como se ha revelado en encuestas recientes, es un católico alejado de los dogmas, que por ejemplo, no condena las relaciones prematrimoniales y que muchas veces acepta el aborto.

Es más para ellos que está dirigida su primer largometraje, “La sagrada familia”, la historia de los conflictos que le ocurren a un grupo de personajes durante un fin de semana santo y que se estrenará precisamente el próximo jueves, en medio del tradicional feriado religioso.

No es la intención escandalizar a nadie. Aunque el film trate de drogas, presente un triángulo entre un joven, su novia y el padre del muchacho, y que en una de sus subtramas muestre escenas de sexo hetero y homosexual, que más de algún periodista impresionable ha descrito como explícitas.

“Lo que yo sentía es que al cine chileno, citando a Mick Jagger, le hacía falta simpatía por el demonio”, dice Campos. “Un mayor nivel de rebeldía. Sentí que había demasiadas buenas intenciones. Me parecía que hacía falta una cierta energía desafiante, si se quiere. Por otro lado “La sagrada familia” es una especie de recolección de temas delicados, puntudos, que se abordan en un contexto de un feriado santo, y uno no se puede hacer el leso con eso... pero hay algo como de travesura, no lo veo como algo tan grave”.

La película se hizo sin guión. Sólo una docena de páginas que describían la historia. El equipo y los actores se fueron a una casa en la playa, y filmaron de corrido, sin parar, durante todo un fin de semana, en el tiempo real que ocurre la historia, dando pie a la improvisación.

“Este proyecto es como mi solución natural en términos de mi forma de hacer las cosas. Yo tenia muy claro que quería hacer un largo de cierta manera, primero tenia la forma y no el tema. Y cuando me contaron la anécdota central de la película padre-hijo-novia, que es una historia real, ahí me di cuenta que podía construir el universo alrededor de esa anécdota para hacer la película como yo quería”.

¿Cual es esa manera o solución que encontraste?

“Es una mezcla entre las limitaciones y las posibilidades. Tu defines tus limitaciones y al mismo tiempo eso te da un marco de posibilidades. Yo hice un corto que se llama “Carga vital” y ahí trabajé con la improvisación”.

¿La clave entonces seria la improvisación?

“Es una mezcla entre guiones cortos, en los que esta solamente descrita la estructura narrativa y que en general son historias bastante clásicas y simples. Pero donde no esta especificado ni el diálogo ni el detalle de las cosas. Y un rodaje que es el espacio en el que se da la posibilidad de improvisar y donde aparezca lo azaroso. La verdadera escritura se da ya con imagen y sonido. Hay que confiar que en el rodaje ocurrirán algunos pequeños milagros o situaciones que serán la materia prima de la película. Pero la verdadera narrativa está en el montaje, y por eso lo hago yo mismo”.

Sobre la temática misma de la película, Campos insiste en que no hay ninguna intención de provocar por provocar. “Creo que la película se sostiene más allá de eso, no creo que necesite de eso. Cuando la hemos mostrado afuera en países donde no hay el imperio de la moral católica que hay acá, la película funciona perfectamente y es universal”.

“Lo que “La sagrada familia” tiene es el comentario sobre las cosas, una cierta densidad moral”, asegura el realizador. “Para mucha gente, ver la película resulta una experiencia a ratos desafiante en un sentido moral. Tienes que estar tomando posiciones morales frente a todo y la película tiene demasiado contradicciones en sí misma, en términos de lo que ocurre y de los personajes. En ese sentido, situada en el contexto de Semana Santa, al contar los temas que se tocan puede sonar mucho más una bomba de lo que realmente es. Lo que me gusta de la película es tiene una cierta ternura y momentos muy luminosos”.

“TODO FUE BASTANTE REAL”

Protagonizada por Néstor Cantillana, Patricia López, Sergio Hernández, Coca Guazzini, Macarena Teke, Juan Pablo Miranda y Mauricio Diocares, la película alcanza momentos de mucha verdad y gran realismo, en gran parte debido a la forma de su realización.

“Comenzamos a filmar un viernes y terminamos un domingo”, explica su director. “Empezamos por el principio y terminamos por el final. Los personajes se preparaban su propia comida. No había un afuera del set. Quisimos construir esa familia lo más de carne y hueso posible. El mismo hecho de no poder parar de actuar hace que rápidamente el límite entre persona o personaje se vuelva difuso. Papá dormía con mamá, gay con gay, el hijo con la novia. Todos aceptamos jugar ese juego en pos de estar preparados para vivir la experiencia como algo real”.

¿Y la escena del éxtasis por ejemplo...ya te lo habrán preguntado?

“Me lo han preguntado y yo siempre digo: “Mira, en la película todo fue bastante real...”

lunes, abril 03, 2006

FUGA


El año pasado, para el cine chileno, fue de películas pequeñas. Muchas llevaban años tratando de terminarse, realizadas en digital, con origen televisivo o de trabajo académico. No hablamos de calidad, sino de recursos...y resultados. Una taquilla baja, poco interés o conexión con el público.

En cambio, el 2006 se viene en grande. Mucha película de “alto”presupuesto para los estándares chilenos. En 35 mmm. De gran producción. Cine de género: comedia (“El rey de los huevones”), terror (“Caleuche”), artes marciales (“Kiltro”) y hasta un film con viaje espacial incluido (“Chile puede”). Con figuras extranjeras. Hay más plata y ambiciones en estos proyectos.

“Fuga” abre los fuegos con una producción de cerca de 1 millón 200 mil dólares, con un elenco estelar, una gran campaña comunicacional y una alta expectativa mediática. Para ser la primera película de un joven director, Pablo Larraín (29), viene con la potencia y el anhelo de un sector que necesita reponerse de la mala temporada anterior.

Y el material está a la altura. “Fuga” tiene imágenes potentes y momentos notables. Un elenco llamativo con una actuación descollante de Alfredo Castro y dos protagonistas talentosos y atractivos (en el amplio sentido de la palabra): Benjamín Vicuña, como Eliseo Montalbán y Gastón Pauls, como Ricardo Coppa. Vicuña se entrega por entero para personificar un individuo complejo, un joven genio maldito de la música que enloquece por sus obsesiones y tragedias del pasado.

Hay un guión trabajado, que está al servicio de una búsqueda visual, de poner imágenes en la pantalla que tengan fuerza y sentido. Un trabajo de excepción en la ecuación música e imágenes y un trabajo que consagra -si alguien no lo tenía claro- a Joan Littin (“Machuca”) como un director de fotografía brillante, que consolida un trabajo ya de primera calidad. Larraín trabaja diversos temas, como la obsesión, los instintos autodestructivos tras la creación, la locura; e incursiona en territorios difíciles que han sido pasto de clichés en muchas películas (los locos, el manicomio). Y sale bien parado.

A un inicio algo lento, donde no siempre es fácil enganchar con el conflicto principal la: caída del joven genio, cuyo exceso de gravedad le quita fuerza a la historia, le sigue una segunda parte –la vida en el sanatorio- que despega y crece gracias a la presencia cautivante de Alfredo Castro como Claudio, el homosexual delirante que se roba la cinta y le imprime un humor que le otorga ricos matices.

La sensación general es que tamaña empresa a ratos parece demasiado calculada. Que para ser una historia sobre la pasión y el desborde, está muy controlada, debido a una trama y una estructura compleja. Seguir atento el devenir del guión y la apuesta formal, resta identificación con los personajes y sus avatares. Quizás por eso, los momentos que rompen esa rigidez, como el arranque de Claudio (Castro) insultando a Montalbán o la inolvidable escena de la discusión entre un pescador (Luis Dubo) y Coppa, son tan inspiradas como verdaderas. Unos de esos grandes momentos del que se va armando el imaginario del cine chileno.

FUGA. 2006, Chile. Director: Pablo Larraín. Elenco: Benjamín Vicuña, Gastón Pauls, Alfredo Castro, Francisca Imboden, María Izquierdo, Willy Semler, Alejandro Trejo, Paulina Urrutia, Mateo Iribarren, Marcial Tagle, Luis Dubó.
Mayores de 14 años.