martes, septiembre 27, 2005

LOLITA CINCUENTONA







La famosa novela de Vladimir Nabokov, que convirtió en tópico el tema de la nínfula seductora, cumple su Bodas de Oro. Aprovechamos de recordar su impacto, el de las versiones cinematográficas y su legado en el imaginario audiovisual.

El tema es delicado. Niños y sexo es, definitivamente, una ecuación explosiva. Abordar este tema en un libro hace 50 años (fue editado en septiembre de 1955) le significó al escritor Vladmir Nabokov toda serie de problemas. Tras años de tenerla en mente (la idea, según contó, le surgió en 1940), debió sufrir el rechazo de múltiples editores. Llegó a pensar en editar el libro en forma anónima, para luego, cuando finalmente salió a la venta, recibir todo tipo de críticas y acusaciones.

El argumento narra la obsesión de Humbert Humbert, un profesor de literatura europea, hacia las ninfas, en especial hacia Dolores o Lolita, una joven estadounidense de 12 años de la que se enamora apasionadamente. El deseo es tal que Humbert llega al punto de casarse con su madre, Charlotte, para estar Cerca de ella. Cuando la mujer muere, él ve la posibilidad de concretar su mórbido sueño, aunque todo terminará, inevitablemente, en tragedia.

Las versiones hechas para el cine del libro no corrieron mejor suerte. El director de cine Stanley Kubrick (La Naranja Mecánica) también tuvo serias limitaciones a causa de la moral de la época para llevar a la pantalla el lado más sórdido de la historia. Antes de filmar la película en 1962 varios famosos rechazaron el papel masculino adjudicado finalmente a James Mason, quien junto a la joven Sue Lyon como Lolita, Shelley Winters y Peter Sellers, completaron el reparto.

En esta versión de Lolita, Sue Lyon representaba bastante más edad de los doce de la novela e incluso de los 14 que tenía. Por supuesto, nunca se explicita la relación entre ella y su padrastro, y Kubrick optó por la comedia negra, por un tono satírico para llevar adelante la historia.

Cuando 35 años después, el director inglés Adrian Lyne (“Nueve Semanas y media”), quiso hacer una nueva adaptación para la pantalla, tuvo incluso más problemas. La paranoia sobre la pedofilia en EE.UU. le cerró innumerables puertas. Y su supuesta versión audaz de la película con Jeremy Irons y una Dominique Swan de 15 años, fue seriamente mutilada y aún así no encontró distribución en Norteamérica.

Aún así, el tema de las ninfas, adolescentes que seducen hombres mayores o que son seducidas por ellos, tiene múltiples ejemplos en el cine, incluyendo cintas norteamericanas, italianas, orientales (“Black Lolita”; “Emmanuelle y Lolita”), que han seguido explotando el nombre del mito creado por Nabokov.

Y es que el autor de origen ruso es quien mejor ha descrito esta prohibida fascinación amorosa en las páginas de Lolita, como demuestra este fragmento del diario escrito en prisión por el sufriente Humbert: "Hay que ser artista y loco (...) y tener una llama de suprema voluptuosidad siempre encendida en su sutil espinazo, para reconocer de inmediato, por signos inefables -el diseño ligeramente felino de un pómulo, la delicadeza de un miembro aterciopelado y otros indicios que la desesperación, la vergüenza y las lágrimas de ternura me prohíben enumerar-, al pequeño demonio mortífero entre el común de las niñas; y allí está, no reconocida e ignorante de su fantástico poder".

GALERIA DE NINFAS

LOLITA (1962). De: Stanley Kubrick. Sue Lyon chupando una paleta, tomando sol en el jardín, haciendo que James Mason le pinte las uñas de los pies. Un clásico.

TAXI DRIVER (1976). De: Martin Scorsese. Jodie Foster como una pequeña ramera capaz de redimir a un sicopático Robert de Niro. Después un loco atentó contra Reagan por culpa de ella.

PRETTY BABY (1977). De: Louis Malle. Brooke Shields se convirtió en símbolo sexual antes de los diez años por este papel de precoz aprendiz de prostituta.

TENTACION PROHIBIDA (Così come sei, 1978). De: Alberto Lattuada. Nastassja, la hija de Klaus, tuvo morbo de chiquita. Aquí seduce a Mastroainni como un señor bastante mayor, que podría ser –literalmente- su propio padre.

LA CHICA (The Girl, 1986). De: Arme Mattson. Bernice Stegers es una colegiala de sólo 14 años, pero tiene los atributos necesarios para volver loco al maduro Franco Nero.

EL AMANTE
(The Lover, 1991). De: Jean-Jacques Annaud. Jane March es una jovencita francesa que vive en Indochina y que trata de sacarse el calor del cuerpo con su amante oriental. Se repitió el plato con Bruce Willis en “El Color de la Noche”.

LA VENENOSA (Poison Ivy, 1992). De: Katt Shea Ruben. Drew Barrymore dejó sus tiempos de estrellita infantil y, luego de una temporada de sexo, drogas y alcohol, aprovechó su mala fama para esta cinta sobre una adolescente que seduce a una familia entera, especialmente al papá de su amiguita.

BELLEZA AMERICANA (American Beauty, 1999). De: Sam Mendes. Kevin Spacey es un hombre maduro en crisis, se obsesiona con la rubia y frívola y coqueta condiscípula de su hija adolescente, Mena Suvari.

LA ULTIMA MISION DEL SUPERAGENTE 86





A los 82 años, de un paro respiratorio, dejó de existir el espía más torpe y famoso de la TV. Donald Yarmy, más conocido como Don Adams, aunque se hiciera famoso como Maxwell Smart. El súper agente 86. Un pésimo espía. Un gran tipo. Un notable comediante.


Se nos fue Don Adams. Uno de los grandes comediantes de la pantalla chica. Uno de los favoritos del público chileno, que lo recuerda con cariño. Y también, uno de mis personajes fetiches de la TV. Cuando hace años atrás inicié la primera columna de recuerdos de la pantalla chica en el suplemento Tercer Tiempo de La Tercera –que duró varios años y terminó con un libro-, su serie El Súper Agente 86 fue la elegida para el debut. Y esa misma serie también fue parte de los espacios de antaño que se incluían en el programa “Onda Retro”, que hace dos años se exhibió en Canal 13 los domingo en la tarde.

Maxwell Smart era el Súper Agente 86, el “temible operario del recontra espionaje” o el agente secreto más famoso, y estúpido de la televisión. Su número era la clave que lo identificaba al interior de C.O.N.T.R.O.L., una agencia dedicada a luchar contra el mal en lo difíciles días de la Guerra Fría.

Sus torpezas hoy ya clásicas fueron emitidas originalmente como “Get Smart!” entre 1965 y 1969 por la cadena NBC y han sido repetidas innumerables veces por nuestras pantallas por más de un canal, siendo el 13 la más reciente.

La serie fue una creación del alguna vez corrosivo Mel Brooks, quien hizo carrera posteriormente en el cine haciendo parodias a todo tipo de géneros (“Frankenstein Jr.”, “Space balls”, “Las locas Aventuras de Robin Hood”). Brooks se asoció con un señor llamado Buck Henry con la idea de crear una ácida contrapartida al éxito de otras series como “El agente de Cipol”, Misión Imposible” y toda la fiebre por programas de espías, que a su vez, fueron la repercusión en los años ’60 de la moda de James Bond.

Brooks dijo lo siguiente: “Nadie ha hecho un programa sobre un idiota antes. Yo decidí ser el primero”. Así que lo hicieron durante 138 capítulos, logrando siete premios Emmy –tres de los cuales fueron para Adams- y una de las comedias para TV más divertidas de todos los tiempos, relatando las absurdas aventuras de este gaznápiro dedicado a defender la libertad del mundo occidental.

Las aventuras de Smart surgen del constante enfrentamiento con K.A.O.S, una organización terrorista con planes de conquistar el mundo. El 86 es apoyado por “El jefe” (el ex cantante de ópera Edward Platt) y secundado por su fiel compañera y luego devota esposa en la serie, Bárbara Feldon (quien, en aquel entonces era la amante de uno de los productores). Ataviado con todo tipo de extraños aparatajes, como su infaltable zapatófono o el detestable “cono del silencio”, Max destacaba por su eficacia para cumplir cada misión, a pesar de su extraordinaria habilidad para hacer todo mal.

Sólo un agente de C.O.N.T.R.O.L. le disputaba el rol de imbécil al pobre Max: Larabee (Robert Kavelas), quien se sumaba a otros insólitos agentes como el ubicuo agente 13 (David Ketchum), que podía aparecer desde un buzón o la taza del baño. Completaba esta galería de seres impredecibles, Jaime (Dick Gautier), un androide algo cuadrado y bastante literal en su comportamiento. Entre los antagonistas pertenecientes a K.A.O.S., destacaba el archienemigo de Max, Siegfried, un siniestro individuo marcado por una cicatriz que era interpretado por Bernie Kopell, quien con el tiempo, cambió de profesión y programa y se convirtió en el doctor del “Crucero del Amor”.

Aunque ese fue el papel que consagró y llevará a la inmortalidad a Don Adams, nunca podré olvidar otro programa que conducía, y que alguna vez exhibió Canal 13, los sábado al mediodía ¿a fines de los 70? En Estados Unidos se llamó “Don Adam´s Screen Test”, y tuvo 24 episodios en 1975. La versión doblada se llamó “¿Te gustaría ser una estrella de cine?”, en un game-show, un espacio de concurso y ponía cada semana a dos personas que habían sido previamente sorteadas a recrear junto algún famoso del cine o la TV de la época (tipo William Shatner) alguna escena famosa del cine. Como “De aquí a la eternidad”, por ejemplo, o “Días sin huella”. El ganador, obtenía la oportunidad de aparecer en un pequeño papel en alguna serie de esos días.

Tras uno que otro papel en alguna serie sin mucha fama, Adams terminó doblando la voz del protagonista de la serie de dibujos animados “El inspector Gadget”. Pero también volvió a repetirse el plato con su principal personaje. En 1980 protagonizó la película para el cine “La bomba que desnuda”, donde hizo una vez más del Súper Agente 86, junto a actores como Vittorio Gassman y Sylvia Kristel.

Nueve años después, se realizó un nuevo intento de resucitarlo en el telefilme “Traigan a Smart otra vez “ (“Get Smart Again!”), que varias veces hemos visto en el cable, y donde aparecen algo más viejitos el 86, la 99, Larrabiee, Jaime y hasta Siegfried. Pero el humor de la serie original de los 60 ya no está presente. Y lo mismo ocurrió el 95, con un postrero intento de revivir la serie, incluso el comediante Andy Dick (“News radio”) hacía de Zach, el hijo del 86 y la 99. La serie fue un fracaso y fue cancelada rápidamente. Sólo pudo revivir su personaje con éxito, en una serie de comerciales iniciados en 1999 para una compañía telefónica canadiense.

Nos quedamos con el recuerdo del torpe Maxwell Smart pasando por un pasillo lleno de puertas secretas que se le cerraban en sus narices, mientras se escuchaba de fondo la inolvidable melodía de Irving Szathmary.

Donald James Yarmy, su nombre real, estuvo en la Segunda Guerra Mundial, peleó el Guadalcanal, donde contrajo la Malaria, razón por la cual fue dado de baja. Comenzó como comediante en locales y teatros, y aunque pocos lo saben, pudo desarrollar su veta más dramática en Broadway. Se casó tres veces y tuvo 7 hijos, dos de las cuales siguieron sus pasos (Cecily y Stacey), sin mucha fortuna.

Aunque ya no está, es difícil imaginarse a otro en su lugar. Habrá que ver como le va al remake para el cine que se prepara para el próximo año de la famosa serie de TV que popularizó. Tras sonar los nombres de Jim Carrey y Will Farrell como el nuevo Súper Agente 86, finalmente ha sido elegido el actor Steve Carell, quien hace del tío Arthur en el remake de “La Hechizada”, es popular en Estados Unidos por la sitcom “The office” y está en los primeros lugares de la taquilla por su comedia “Vírgen a los 40”. Habrá que ver si no le queda grande el zapatófono de Smart.

sábado, septiembre 24, 2005

MUJERES QUE QUIEREN ESTAR CON OTRA MUJER





La bisexualidad está de moda. En un afiche, en una publicidad, en una película. Quizás por eso se ha vuelto más común que una mujer heterosexual, tenga curiosidad por saber como es estar con otra persona de su mismo sexo. Aquí nos dan su testimonio.

Daniel Olave M.

“FUE UNA GRAN EXPERIENCIA”

Amelia tiene 26 años, estudió psicología, y se define como una chica muy normal. Es heterosexual, sólo ha tenido parejas masculinas, pero dice que siempre ha sido una persona muy curiosa, “en todos los ámbitos, y obviamente en el sexual”. Ella tiene claro que “desde adolescente sentía la curiosidad por cómo sería estar con otra mujer, sin que esto se transformara en una obsesión o en algún motivo para dudar de mi orientación sexual, la que siempre he tenido super clara: me gustan mucho los hombres”.

Esta curiosidad, afirma, tiene más que ver con una cosa sensorial, de querer saber “cómo sería besar a una mujer, tocarla, el tipo de energía que se genera y por sobre todo que me pasaba a mí, a mi cuerpo ante las caricias de otra mujer. Mis ganas de hacerlo nunca fueron por el morbo, como algo sórdido. Ni menos por la moda o por la choreza de la transgreción o decir: ‘mira que soy progre soy capaz de meterme con otra mina’. Para nada, solo eran las ganas de explorar y reafirmar la libertad de mi sexualidad”, afirma.

Amelia cuenta con naturalidad que ha vivido esta experiencia en dos ocasiones, una mejor que la otra, dice, pero ambas “placenteras, respetuosas y con ene cuidado por la otra persona. La primera vez fue con una de mis mejores amigas. Siempre hablábamos del tema, pero nunca nos atrevimos hasta que se dio, fue en el contexto de un trío con mi pareja, lo que facilitó el cuento. Fue una gran experiencia, lo pasamos bien y después cero rollo. Somos tan amigas como antes, lo hablamos, no es un tema tabú entre nosotras, nos acordamos siempre... es como haber compartido tu primera borrachera con tu amiga de adolescencia”.

Sobre las consecuencias de estas experiencias es muy tajante: “No las veo ni como traumáticas o algo de lo que me avergüenzo y prefiero borrar. Ni tampoco como tan trascendentales dentro de mi vida. Son solo parte de explorar, de un proceso de autoconocimiento que nunca se acaba y de un ejercicio pleno de mi sexualidad. No quiero decir que todas las chicas deban hacerlo. Para mi estuvo bien, no me cierro a la posibilidad de volver a hacerlo ya sea en un trío o bien sola, y tampoco siento que entré al club de los bi por esto. Sigo tan hetero como siempre o más, porque si algo confirmé es que prefiero mil veces estar con un hombre”, afirma la joven.

“NO ME NIEGO A LA BISEXUALIDAD”

Alejandra Valle es periodista, ha trabajado en “Primer Plano”, “Buenos Días a Todos” y actualmente, en “En Portada”. “Hay pocas cosas más cool que ser bisexual en el siglo XXI”, escribió en una columna en el diario “La Nación”, la cual tuvo curiosos efectos. “Me llamaron hombres y mujeres. Encontré como lógico que me buscaran mujeres, y de hecho tuve algunas ofertas concretas. Además, me llamaron y mandaron mails, hombres que no veía hace mucho tiempo. Parece que la foto les había excitado. O sea, prácticamente pasé a convertirme en sex symbol”, dice sonriendo.

“Lo que pasa es que la homosexualidad femenina no es muy aceptada”, reflexiona sobre el tema. “Socialmente es más aceptada la masculina. Pero estéticamente, es mucho más atractivo ver dos mujeres besándose o juntas. Incluso para las propias mujeres. Pero es distinto si saben que dos mujeres son lesbianas. Ahora eso tiene mucho que ver con la ignorancia y los prejuicios sobre el tema, ya que la mayoría asocia a las lesbianas con la imagen de la mujer “amachotada”, pero también las hay muy femeninas”.

“Yo de verdad creo que ya soy una mujer madura”, dice.”He tenido parejas, tengo un hijo, y actualmente me fijo en las personas, no en el sexo. Si conociera a una mujer que me produjera algo, no me niego para nada a la bisexualidad”.

“Son varias cosas distintas en todo caso”, aclara Alejandra. “Una cosa sería por la pura experiencia sexual, por experimentar. Tiene que ver con la etapa que estoy viviendo y eso es algo que me atrae más. Otra cosa sería una relación con una mujer propiamente tal, aunque no me cierro a esa posibilidad si es que me llegara a enamorar. Pero no lo creo, sinceramente. Me gustan demasiado los hombres. Ahora, si estuviera con una pareja masculina y los dos nos sentimos atraídos por una mujer, también existe la posibilidad del trío. Y eso es algo que he conversado”.

“LAS MUJERES ME PARECEN MUY ATRACTIVAS”

Manuela, al igual que Alejandra, -profesional de rubro audiovisual- tiene la curiosidad y siente que tarde o temprano probará de que se trata. No hay ninguna indefinición sexual en su vida. Tiene las cosas super claras, 28 años y le gustan los hombres. Pero no puede dejar de admirar a otras mujeres si son atractivas.

“Eso me parece super normal. O sea, si uno ve a la Fernanda Urrejola en esos afiches gigantes de la leche, uf”, comenta. Tiene claro también que muchas veces esto del coqueteo entre mujeres es parte de un juego de seducción con los hombres. “De todos los hombres que conozco, más del 85% tiene como principal fantasía erótica estar en un trío con dos mujeres. Esa imagen de dos minas juntas los excitan. Pero no estoy ni ahí con cumplirle la fantasía a ningún huevón machista.”

Por eso, dice, si se llegar a dar la posibilidad de un encuentro sexual con otra mujer, “sería las dos a solas, sino no serviría de nada. No buscaría experimentar, sino más bien enfrentar la realidad: las mujeres me parecen sumamente atractivas y me excita ver a dos mujeres en una película porno, por ejemplo. Yo creo que muy pocas mujeres hetero se atreven a asumir esa realidad, por que les da susto, creen -al igual que la mayoría de los hombres-, que porque algo en el sexo opuesto les atrae, son homosexuales. Yo creo que una cosa no tiene que ver con la otra. Simplemente tengo una necesidad de vivir a plenitud mi sexualidad y eso no me convierte en lesbiana”, explica Manuela.

Según dice, es algo que ha conversado muchas veces con sus amigas y hay varias que opinan igual. Incluso, alguna vez, ya adulta, se besó con alguna amiga. “Y no estuvo nada de mal”, afirma.

Amaya Forch
“NO ME ATRAE ESTAR CON OTRA MUJER”


La actriz Amaya Forch fue la protagonista del telefilme “Amigas en Bach”, dirigido por Marcelo Ferrari (“Subterra”) para la serie “Cuentos Chilenos” de TVN a partir de un relato de la escritora Pía Barros. Allí encarnó a una mujer, cuyo esposo (Luciano Cruz Coke) intenta seducir a una amiga de ella (Romina Mena), sin saber que ésta es lesbiana. En venganza, el personaje de Amaya tiene un affaire con su amiga.

“El tema ha existido toda la vida, pero nos hemos hecho los ciegos un poco”, dice Amaya sobre la supuesta moda de la bisexualidad. ”Es algo que está super vetado y escondido y las que viven esa sexualidad están marginadas. Ahora hay una especie de destape, y sí creo que más que en los adultos hay una moda entre los jóvenes de la bisexualidad. Hay una cosa medio taquillera, y es que como no tienen a quien admirar, admiran a los rockeros y si sale Madonna besándose con Britney Spears, dicen ‘por qué no?. Y no se si es moda, pero sí es algo que se muestra más. Es una cosa netamente efectista y comercial, pero sí causa efectos.

La actriz agrega que a través de cosas que se conversan ha captado que hay una especie de “pequeño destape”, al respecto, “pero es un destape superficial”, acota. “Creo que para las mujeres que son lesbianas, esto es algo mucho más profundo que tener una relación sexual con una mujer. Eso de probar por probar, esa calentura de choreza, o decir ‘hay que loco que soy’, es algo muy superficial”.

“Todo es legítimo en el plano sexual, mientras no le hagas daño a otra persona ni involucres a menores de edad”, dice la actriz, sobre las mujeres dispuestas a experimentar en este campo. “Entre parejas o adultos con ganas de experimentar, cada uno puede hacer lo que quiera. Pero me refiero a esto de la moda. Si sale en la tele, es choro y entretenido”.

“Sobre el tema de si a mí me atrae la idea de estar con otra mujer”, dice Amaya, “no es algo que me llame la atención. Y menos por moda. No lo haría nunca. Soy rebelde, así que si algo está de moda, yo hago lo contrario. Una vez una pareja me ofreció hacer un trío con una amiga mía y le dije que no. Específicamente porque yo no tenia ninguna ganas de coquetear con mi amiga para que él se excitara. Y porque para mi tampoco iba a ser agradable verlo con ella. No estaba dispuesta a exponerme emocionalmente en una situación que no sabía si podía terminar doliéndome mucho”.

jueves, septiembre 22, 2005

EL CINE CHILENO QUE VIENE






TODOS QUIEREN ESTRENAR
En lo que queda del año hay una alrededor de una decena de películas nacionales pujando por su lugar en la cartelera. Desde "Se Arrienda", la ópera prima de Fuguet, hasta el primer filme de monstruos. Cintas experimentales y políticas y una serie de producciones que luchan por su espacio y estrenar antes que se acabe el año.

Daniel Olave M.

JUEGOS DE VERANO
La tercera película surgida de la Escuela de Cine (tras "Historias de Sexo" y "Fragmentos urbanos") no es una serie de cortos, sino una sola historia codirigida a ocho manos. Fernanda Aljaro, Daniela González, Andrea Wassaf y Matías Bize (que se repite el plato con "En la Cama"), realizan esta película sobre un grupo de jóvenes que gustan de vivir situaciones límites. Con Benjamín Vicuña, Siboney Lo, Sebastián Layseca y Fernando Gómez Rovira. Estreno 29 de septiembre.

SE ARRIENDA
De Alberto Fuguet. El ex crítico de cine y destacado escritor y guionista ("En un lugar de la noche"), debuta en la realización con la historia de un músico que quiere dedicarse al cine y trata de sobrevivir en una sociedad que parece obligar a todo el mundo a venderse. De los 80 y sus ideales a un presente donde él parece ser el único está a la deriva por luchar por sus principios. Con Luciano Cruz Coke, Francisca Lewin, Jaime Vadell, Felipe Braun, Ignacia Allamand. Estreno: 6 de octubre.

HORCON
De Rodrigo Gonçálvez. Documentalista y pintor, este realizador plasmó en su primer largometraje de ficción una historia basada en hechos reales, pero filtrada por una mirada a ratos surrealista y otros definitivamente esperpéntica. Una joven alemana viaja hasta el balneario de Horcón para descubrir la verdad sobre el pasado de su padre chileno. Un abordaje poético a la parte más oscura de nuestro reciente pasado. Con Julia Beerhold, Alejandro Castillo, Juan Pablo Sáez. Estreno: 13 de octubre.

LAS MUJERES NO VAN AL CIELO
El primer desnudo cinematográfico de Tatiana Merino (que debutó en el cine con la coproducción entre Brasil y Chile: "Garrincha"), es parte de la oferta de esta cinta, la primera como director de José Valdebenito. En la cinta, que ha sido definida como una comedia policial, también actúan Soledad Pérez, Romeo Singer, Carmina Riego, Agustín Moya y Daniel Alcaíno. La película narra las aventuras de dos empleadas de un banco que se convierten en estafadoras sólo para darle emoción a sus vidas. Estreno 20 de noviembre.

EL BAÑO
De Gregory Cohen. Actor, dramaturgo, escritor y guionista, Cohen usa su mirada llena de humor negro para hacer un ajuste de cuentas con la historia de Chile en el período que va desde 1968 a 1988 en su personal mirada. Todo ocurre en el baño de una casa y con la cámara con el mismo punto de vista. Frente a ella desfilan personajes y conflictos a veces tiernos y otras espeluznantes. Con un extenso elenco que incluye a Pablo Macaya, Alex Zisis y Aline Kuppenheim, entre otros. Estreno: 3 de noviembre.

EL HUESPED
De Coke Hidalgo. Otro debut es el de este director que prueba suerte en el género de terror poco desarrollado en nuestro país. En un hospital, un grupo de jóvenes directores debe enfrentarse a una serie de misteriosa muertes. Un extraño experimento genético ha creado un monstruo cuyos crímenes se trata de ocultar debido a intereses comerciales. Atmósfera y la primera criatura del cien chileno merced a los efectos digitales. Con Iñigo Urrutia, Guido Vecchiola, Erto Pantoja, Jaime Vadell, Marcela Espinoza, Loreto Valenzuela. Estreno 10 de noviembre.

EL REY DE SAN GREGORIO
De Alfonso Gacitúa. Tras su experiencia real de casi una década con un grupo de discapacitados en la población San Gregorio, el director entrecruza el documental con la ficción, al recrear la historia de amor de un joven discapacitado de nombre Pedro Vargas (interpretado por él mismo). Las dificultades de este amor, las presiones familiares y los que intentan ayudarlos en una historia emotiva y verídica. Con Pedro Vargas, Gloria Munchmayer, Andrés Rillón. Estreno: octubre o noviembre.

PADRE NUESTRO

De Rodrigo Sepúlveda. De vasta experiencia televisiva ("Los Simuladores") y un largometraje ya estrenado ("Un ladrón y su mujer"), el realizador se basa en una experiencia autobiográfica para contar el viaje de tres hermanos de Santiago a Viña del Mar para reencontrarse con su padre moribundo. Una historia íntima y con grandes actuaciones, que matiza el drama con el humor negro. Con un tremendo Jaime Vadell, la argentina Cecilia Roth, Francisco Pérez Bannen, Amparo Noguera, Luis Gnecco, Coca Guazzini. Estreno: octubre.

EN LA CAMA
De Matías Bize. Uno de los realizadores más jóvenes de la temporada, pero ya estrena una segunda película. Luego del éxito internacional de "Sábado", su primer filme, ahora relata la historia íntima de sólo dos personajes en una sola locación. Una joven pareja que se acaba de conocer pasa la noche en un motel con la idea de tener sexo casual. Con las horas surge la interrogante, de si es posible vincularse físicamente sin comprometer las emociones y los sentimientos. Con Blanca Lewin y Gonzalo Valenzuela. Estreno: 24 de noviembre.

viernes, septiembre 09, 2005

PURO AMOR PROPIO





Testimonios de primera mano sobre la masturbación

A estas alturas debiera ser innecesario insistir en que la masturbación es normal. Que es parte de la vida sexual de hombres y mujeres, y que no produce ningún problema en la salud mental ni física de quienes la practican. Ni siquiera “en exceso”. Pero así y todo, hay quienes la ven como signo de inmadurez en la edad adulta. No nuestros entrevistados.

Por Daniel Olave

“Masturbarse es hacer el amor con la persona que más quieres “
Woody Allen



“Contar anécdotas de masturbación y hacer chistes sobre el tema, está bien, siempre y cuando se remitan a la adolescencia. Pero son pocos los que reconocen que la actividad continúa cuando eres mayor”, dice de entrada Miguel, publicista de 33 años. “Yo no tengo problema con eso. Y creo que la mayoría lo sigue haciendo, aunque no lo reconozca”.
En un país poco asumido en los temas sexuales, donde el desnudo todavía es noticia, la masturbación adulta sigue siendo tabú. Está bien si se es un adolescente despertando al erotismo y siempre habrá un facultativo abierto o un sicólogo moderno diciendo que es normal que niños y niñas lo hagan. Y que si es mucho, que mejor hagan deporte o piensen en otras cosas.
Pero ya nadie se atreve a asustar a los adolescentes con historias de pecado, pelos en las manos, retardo mental u otro argumento típico de las viejas campañas del terror. Aunque otra cosa es aceptar que hombres y mujeres adultos, con pareja estable, continúan con las prácticas onanistas, muchas veces, a lo largo de toda su vida.
“Lo tengo súper asumido. Es una forma de darse placer sin depender de nadie más. Y aunque desde que empecé mi vida sexual regular a los 18 años, casi siempre he estado emparejado, eso no me ha quitado lo pajero”, explica Miguel.
Antonio, otro profesional de 30 años, dice que pasó por una época de cuestionarse o arrastrar algo de culpa. “Cuando era más chico, era por una cosa religiosa. Y ya grande, porque me hacía sentir pendejo. Como que no podía ser que anduviera siempre con ganas de masturbarme si tenía pareja estable. Si vivía con alguien y menos si estaba casado”.
A diferencia del personaje de Boris Quercia en “Sexo con Amor”, a Antonio su propia pareja lo ayudó a superar ese rollo. “Un día llegó de improviso del trabajo y yo estaba tirado en la cama, masturbándome. Como estaba en pelotas, me fue imposible hacerme el loco, vestirme y todo eso. Simplemente mi mujer me pilló ‘con las manos en la masa’, literalmente. Me hice el cool, y la esperé. Y nada. Se rió, se sacó la ropa y se unió al baile. Y es que es una expresión de mi sexualidad. Nada más, ni nada menos”.
Claro que hay mujeres que no piensan así. Las hay que se molestan si saben que su pareja se masturba. “A veces lo he hablado con algunas amigas”, dice Macarena, de 22 años. “Y ellas dicen que si el pololo se masturba es porque ellas no lo satisfacen. Es como si les fueran infieles. Y yo creo que no tiene nada que ver. Es algo aparte”.
Eso, a pesar que esta chica, estudiante de comunicación, no practica el autoerotismo. “Tengo una vida sexual normal. Tengo pareja y no creo tener una tranca al respecto. Alguna vez lo intenté cuando chica y no pasó nada. Desde que estoy con mi actual pareja hace tres años, nunca he sentido la necesidad. Pero no lo veo como algo malo o sucio. Me parece más como una variante sexual, algo que nunca he hecho. Supongo que algún día le descubriré el gusto”.

AMAR AL PROPIO CUERPO

En una situación distinta está Mariela, de 24 años. Es virgen, pero se masturba. “Desde niños buscamos placer. En mi caso, se hizo más evidente desde los 14 ó 15 años, cuándo mi cuerpo comenzó a cambiar. La curiosidad comenzó a crecer y la necesidad de sensaciones nuevas se hizo cada vez más fuerte. Pero con el tiempo se ha transformado en una relación de amor con mi cuerpo. Conocerlo, quererlo, descubrirlo y sentir la capacidad de brindarme placer sin otro, que siempre es necesario pero no imprescindible”.
Según ella, “la masturbación no es un sustituto de algo que falta, que otro me tiene que dar y como ese otro no está me veo ‘obligada’ a dármelo yo misma. No es eso, es otra ‘relación’, y en el caso de tener una pareja, no voy a dejar de lado porque son espacios complementarios”.
“Cuando era más pendeja a veces me avergonzaba hacerlo y no se lo contaba a nadie”, continúa explicando Mariela. “Pero con el tiempo he ido sintiendo que es muy inherente a nosotros y no tengo problema en contarlo. El problema lo tienen los otros al escucharlo, porque para muchos la masturbación todavía es un tema masculino, como la sexualidad en general, o de mujeres muy urgidas. Pero filo, yo persisto y me ha ayudado a conocer mi cuerpo, quererlo, respetarlo y estar en comunión con él”.
Miguel es de los que piensa igual. “Incluso, podría decir que cuando estoy más sexualmente activo es cuando más me masturbo. Es como si estuvieras en un estado más erótico. Incluso, a veces, puedo tener ganas de masturbarme después de tirar, y no porque me quedé con las ganas. Es que simplemente es algo distinto. Una cosa personal. Una forma de estar bien con uno mismo.”.
Pero no todos parecen asumirlo con la misma naturalidad. Aunque les pasa lo mismo, más bien han tenido que rendirse a la evidencia. Como Pablo, un periodista treintón: “Es cierto que siempre pensé que la paja se pasaba con el tiempo. La tranquilidad ante esa vana esperanza se me fue cuando estaba viendo Belleza Americana y el personaje principal reconocía que empezaba el día con una paja. Después encontré a Houllebecq en Plataforma, que tenía un personaje que se ahogaba a pajas. Todavía, y ahora que se aborda el tema, sólo puedo suponer que las pajas de adulto son pajas normales. Me queda claro que de adolescente no se puede vivir sin ellas. Pero de grande me pregunto qué se puede hacer si Marlene Olivari, la Sita Jeanette o las minas de Mekano andan todo el día mostrando su jugosa carnalidad”.
Xavier, un contador de 35 años, se confiesa: “Una vez un amigo me dijo que lo superaría al casarme, ya que el sexo con mi pareja sería el medio para superar tal impasse. Pero la verdad, no ayudo de mucho. Puedo tener sexo e igual tener deseos de masturbarme de vez en cuando. Siempre he pensado que soy paja-adicto”.
Los inicios de Xavier en el arte de la autoestimulación resumen una experiencia que tiene muchas coincidencias con la de varios entrevistados: “Comencé mi interés por tan loable deporte, desde que tenia 12 años, cuando me toco ver una competencia de pajas, en mi población natal. Se ponían cuatro giles a masturbarse y se apostaba quien llegaba más lejos. Traté de convertirme en un buen lanzador, pero era tan incontrolable el placer, que disparaba para cualquier lado”. Y remata diciendo: “He disfrutado de tan sublime placer los últimos 23 años. Pasé por etapas de remordimiento moral, el pecado y eso, pero la paja es más fuerte”.

EL ARTE SOLITARIO

La masturbación grupal o la competencia de pajas es una forma bastante común de iniciarse en el autoplacer. “La primera vez que vi lo que era masturbarse fue en una competencia en la que pude advertir que el desarrollo de otros dos compañeros ya había llegado. Eramos cinco y los otros tres no tuvimos otra que cagarnos de la risa, asombrados con el chorro ajeno. Fue la primera y última paja en grupo”, comenta Pablo, quien, con el tiempo, ha elaborado su propia teoría sobre la autoestimulación.
“Hay que reconocer en esta variante un espacio tremendamente creativo. Porque no es llegar y correrse una paja, ¡no señor! En cada una de ellas se condensa lo mejor del relato y la narración: presentación, acción y conclusión. Nadie se va de paja sin imaginarse un gesto, una palabra sutil, un momento clave o una transgresión. Insisto, hoy más que nunca uno es carne de paja. Se vive en un mundo virtual donde las respuestas deben ser inmediatas, y ante la calentura permanente a la que estamos sometidos, como bichitos de una sala de experimentos, como neurotransmisores dependientes de la señal, qué podría ser más eficaz para la angustia y la ansiedad”.
Curiosamente, las mujeres que accedieron a dar sus testimonios para este reportaje, tienen más resuelto el conflicto, superadas las culpas y asumida la naturalidad del asunto que tienen entre manos. Juanita, parvularia de 42 años reflexiona en voz alta: “Si la pregunta es si se hace tanto en la adultez como en la adolescencia, la respuesta es un sí franco y absoluto. Creo que la diferencia tiene que ver con la calidad de tus relaciones sexuales o de tu vida en pareja. Para ponerlo de manera más prosaica, si te tienen satisfecha o no... La verdad es que si la frecuencia y el estándar de tus polvos es alto, uno no echa de menos la paja... Así de brutal”.
Y lo dice por experiencia propia: “Me masturbo desde los 4 o cinco años y durante los períodos en que mi vida sexual era un desastre, frustrada o muy discontinua, recurría seguido a la masturbación. Y con muchísima menor frecuencia cuando lo pasaba bien en la cama, como ahora. Pero para mí también es válida durante una relación sexual. Creo que también ayuda a liberar tensiones cuando el stress es galopante y no tienes un polvito ad portas. Relaja y estimula el sistema nervioso. Yo la recomiendo a ojos cerrados”.


CON PAREJA

Para algunas mujeres, la masturbación está plenamente conectada con su vida en pareja. Ese es el caso de Alicia, productora de treinta y tantos: “Hace casi 20 años que descubrí que masturbarse era ‘heavy’. Toda un sensación, de esas que recorre el cuerpo y te deja extenuada. Con mi pareja nunca hemos dejado de disfrutar lo que la masturbación nos puede brindar. Es una herramienta más del sexo, que para nosotros se ha convertido en una forma de provocarnos, de decir cuanto nos deseamos, de recordarnos, porque cuando hemos estado lejos por distintas razones, masturbarse pensando en el otro es doblemente agradable”.
“¡Pensar que en algún momento me cuestioné el hecho de disfrutar tanto la masturbación!”, se lamenta Alicia. “Un prejuicio estúpido, una tontera, uno no puede negarse al placer”. Aunque la mayoría de los entrevistados reconoce haberse iniciado en estas prácticas desde adolescente e incluso de muy niños, hay otros que han descubierto los potenciales del autoerotismo en forma tardía, aunque no por eso con menos potencia. “Muchas veces me pregunté por qué nunca me había aventurado a darme placer sexual en solitario”, relata Catalina, ingeniero comercial. ”Imagino que pudieron ser trancas con el tema, pero la respuesta consciente siempre era ‘qué fome, esto me gusta de a dos’. Pero a los 35 años me reencontré por mail con un antiguo conocido que ahora vive fuera del país. Llevaba tres años de separada y no había mantenido ninguna relación. Comenzamos a cartearnos, a enviarnos fotos, y un buen día terminamos hablando abiertamente de sexo. Decidimos entonces que tendríamos una relación sexual -porque no era sentimental- a la distancia”.
Según Catalina, ese fue “el verano más ardiente que he vivido. Pedro me escribía dos líneas y yo no podía trabajar... vivía en un estado permanente de excitación, nunca había tenido tanta conciencia de mis genitales. Corría a mi casa en la tarde si él me había anunciado telefonearme, y me preocupaba de estar sola. Él dirigía todos mis movimientos sobre mi cuerpo y me sugirió comprar también un consolador. No había tenido un mal sexo en mi vida, pero ignoraba que las sensaciones autoprovocadas también podían ser casi igual de intensas. La relación terminó, pero me quedó el consolador. No lo he usado más de tres veces en 10 meses, pero la experiencia ha sido siempre muy satisfactoria”.
“Me gusta más que exista otro”, reconoce Catalina, “pero la verdad es que a veces el llamado de la carne es fuerte. Hace unos meses tuve un romance breve que me sirvió para percatarme de que en pleno acto podía yo también ayudar autoestimulándome. De hecho, logré orgasmos que no había conseguido antes, en años, en una posición determinada”.
El sexo no es cosa de niños. No exclusivamente. Nos acompaña durante toda nuestra vida y la masturbación es parte de ella. Y es que en la sexualidad y el erotismo, como en toda actividad humana, uno nunca termina de aprender.

TESTIMONIO: HISTORIA DE AMOR EN SINGULAR

“Nunca fui una niña muy activa en lo sexual, aunque me pasaban cosas como a todo el mundo.Pero la masturbación no estaba entre mis hábitos. Creo que ni siquiera sabía bien cómo se hacía. Recuerdo sí que la calentura y las sensaciones raras en la vulva estaban. O sea, alguna vez me restregué contra el brazo del sofá y fue placentero. Pero de orgasmos, nada de nada todavía. Eso vino más tarde”.
“Las cosas comenzaron, aunque parezca contradictorio, en pareja. Sé que el acto onanista es en sí mismo un placer individual, algo que se hace solito. Pero bueno, a mí me pasó que lo descubrí en pareja. Fue mi primer compañero sexual quien me incentivó en el tema. A él le gustaban los juegos y me introdujo en ellos, algo que agradezco. Así empecé a convertir la masturbación en un juego erótico con él: hacerlo juntos, vernos el uno al otro, hacérnoslo mutuamente. Hacerlo mientras hablábamos por teléfono cada uno en su casa. Muy entretenido”.
“Con el tiempo, me alejé de esa pareja, pero hubo cosas que se quedaron conmigo. La masturbación fue una de ellas. Hoy podría decir con propiedad que para mí masturbarme es un placer que me doy y disfruto plenamente”.
“Me gusta ver televisión y comenzar suavemente a tocarme, casi sin pensar en ello, hasta que se vuelve imperiosa la necesidad del orgasmo y apago la tele, para concentrarme plenamente en mi sexo, mi placer, mis fantasías y acabar una y otra vez. Una cosa que tengo clara es que el placer de masturbarse no tiene directa relación con la falta de sexo, ni con la ausencia de pareja. Puede estar presente teniendo una vida sexual activa y placentera. En otras palabras, el pajero es pajero solo o acompañado”.
“Una infidencia: he de confesar que me gusta poner mi sello en los lugares que visito. Todo comenzó hace hartos años, cuando aún era veinteañera y un día me bajaron las ‘ganas’ en horario laboral. Como estaba prendida y no había forma de remediarlo, partí al baño de mujeres de la oficina y me masturbé sentada en la taza del W.C. Lo hice en silencio, con los ojos cerrados, fantaseando con escenas eróticas poco convencionales. Fue mi primera vez. De ahí en adelante, perdí el pudor y creo que son pocos los baños compartidos que se han salvado. Incluso esos donde hay varias casetas y sólo te separa de las otras mujeres una puerta de lata. Es un juego entretenido, con adrenalina y muy placentero”.
Adelaida, profesional, 36 años.

(Publicado en La Nación Domingo, noviembre del 2003)

lunes, septiembre 05, 2005

SALVADOR ALLENDE




SALVADOR ALLENDE

Es cuestión de justicia. Primero, porque Patricio Guzmán es el documentalista más importante y reconocido mundialmente que tiene Chile. Pero del que prácticamente no se ha visto nada en nuestro país, al menos no en la cartelera comercial...y de la televisión para que hablar, cuando sus trabajos son habituales de la pantalla chica europea. Gran parte del imaginario audiovisual sobre la Unidad Popular y el Golpe Militar se debe a su trabajo. Que uno de sus más recientes trabajos llegue en 10 copias al circuito comercial de exhibición era imprescindible y un asunto de justicia.
Pero también, y sobre todo, es un asunto de justicia con Salvador Allende, un personaje que aún sigue siendo polémico en Chile, mientras en el resto del mundo es parte del panteón sagrado de las figuras revolucionarias, en una iconografía que a ratos se vuelve pop y que incluye, entre otros, al mismísimo Che Guevara. Parece inconcebible que a 32 años de su muerte, y a pesar de que tanto se ha hablado y tanto se ha escrito, Allende permanezca en una suerte de limbo que se debate entre la caricatura (el tipo mujeriego y de gustos burgueses como el whisky) y la categoría de santón de una parte de la izquierda.
Hacía falta una película sobre él (y aún nos falta la ficción, pero eso ya es otra historia). Y una que, como ésta, buceara en una dimensión humana, social y política, sin pretender la mentada objetividad, la que por alguna extraña razón, algunos insisten en pedirle al documental, que se sabe, no es lo mismo que un reportaje periodístico, el cual tampoco tendría por que ser objetivo.
Pero en su cinta, Guzmán parte dejando en claro el terreno que se pisa. Este es un trabajo personal. Una búsqueda necesaria para con un personaje que el realizador confiesa en off, se hizo cada vez más importante en su vida. Aún más que en esos mismos años, en que arriba de una citroneta y con un equipo reducido, siguió a Allende durante su campaña para registrar el advenimiento de una época, que se adivinaba histórica, pero de la que se desconocía su fatal desenlace.
Guzmán esboza un retrato impresionista de Allende, recreando su vida –aunque en rigor no es un documental biográfico- a través de gente que lo conoció y lo quiso (amiga de la infancia, ex compañeros de la UP, la Payita), pero obviando a los personajes importantes de la política (no hay ex colaboradores hoy destacados políticos) y preocupándose de la gente de la calle. La que vibró con la UP y que como Guzmán, consideran una época de goce, de sueños, de sensaciones de un futuro único y una vivencia colectiva potente e irrepetible. Y también, de personas de hoy, jóvenes, que destacan su legado desde el corazón y las tripas.
Guzmán acude a imágenes que ya había usado incluso en su trilogía de la "Batalla de Chile", y como otros de sus trabajos, parece que "Salvador Allende" fuera parte de una gran obra única, que incluye esos, éste y otros trabajos como "Chile, la memoria obstinada" y "El caso Pinochet".
Hay numeroso material de archivo, pero también algunos momentos notables en las entrevistas actuales. Como la discusión de un grupo de ex militantes de la UP, que tres décadas después no se ponen de acuerdo en lo qué pasó, en lo que habría que haber hecho, en lo que pudo ser. O esa cargada de emoción, donde el relato se articula en doble lectura mientras un ex militante socialista de Valparaíso, relata el desconcierto de las bases en día del golpeñ. De a poco la cámara se desliza apartándose de él, dejando su voz en off, mientras se posa en el rostro de otro de sus compañeros que está en silencio, con la mirada pérdida, y en la que adivinamos su propio recuerdo, lejano, pero aún presente y doloroso.

SALVADOR ALLENDE. Francia, Bélgica, Chile, México, Alemania, España. México, 2004. Dir: Patricio Guzmán. 100 min.
Todo espectador.
(publicado en diario "Siete" jueves 1 de septiembre)