jueves, octubre 27, 2005

BETTY PAGE: LEYENDA SEXUAL




Antes de Marlen Olivari. Antes de Monica Bellucci. Antes incluso de Cindy Crawford o de Madonna, estaba ella.
Bettie Page. Más sensual que todas las otras juntas. Aquellos que la conocen, celebran su sonrisa permanente en ese cuerpo de hembra generosa, repleto de una sensualidad en estado natural. Sin subterfugios, falsedades, rellenos o cirugías. Sin hipocresía. La bomba sexual de un tiempo más inocente.
Una mujer que, a pesar de no ser estrella ni de hacer películas famosas, tuvo su imagen llenando cientos de páginas de revistas y colgó de las paredes de miles de piezas de hombres en Estados Unidos durante los años cincuenta. Hoy, a más de 40 años de desaparecer misteriosamente y dejar su carrera en el momento de mayor fama, sigue siendo un mito erótico, un símbolo sexual rescatado por varias generaciones que la siguen venerando, imitando y homenajeando.
Fue algo así como el reverso de Marilyn Monroe. Su lado moreno. Aunque tuvo un similar inicio como pin-up, posando desnuda o semidesnuda para revistas de hombres, no llegó a Hollywood no alcanzó su nivel de fama y fortuna, pero la verdad, terminó bastante mejor.
Y oportunidades no le faltaron. Pero ella nunca se quiso teñir rubia. Ni aceptar las invitaciones de gordos ejecutivos de los grandes estudios. Ni las proposiciones matrimoniales de tipos de mucho dinero y vidas aburridas. Esta escultural morena, voluptuosa y reina del encaje negro a lo más alcanzó a hacer un par de películas de strippers y apareció en algunos números de Playboy, pero quizás sea debido a su propia reticencia a sucumbir a los falsos brillos de star system, que a la larga se convirtió en un personaje mítico, en una mujer misteriosa. En una poderosa leyenda sexual.

DIOSA DE PAPEL
Hija de una madre con sangre cherokee y de un padre mecánico y mujeriego, nació en Nashville -la capital de la música country- el 22 de abril de 1923. Cuando tenía diez años su madre, Edna, se aburrió de las infidelidades de Roy y se quedó sola con seis hijos. En 1939 tuvo que meter a Bettie y a sus dos hermanas, Joyce y Goldie al orfanato. “Fuimos muy desdichadas, pero sobrevivimos”, contó Bettie. “Mamá venía a vernos todos los domingos. Compraba para nosotros galletas, golosinas o frutas; siempre traía algo”.
Su infancia fue algo dura, sí, y al principio no tuvo muchos éxitos escolares. Pero con el tiempo fue demostrando sus habilidades, participó en una serie de actividades académicas en forma destacada. Escribía para la revista y el diario escolar, sacaba excelentes notas y entró al club de teatro. Se graduó, consiguió una beca y se tituló de profesora de inglés. Nunca ejercería.
Su biografía se enreda un poco aquí: hay varias versiones que hablan de que vivió con su hermana, que se casó muy joven y su marido se fue a la guerra. Que ella ganaba algo como secretaria, hasta que comenzó a posar para fotografías y se fue a Los Angeles.
“Hice una prueba para el cine, pero ellos estaban empeñados en cambiar mi maquillaje y mi pelo, para que me pareciera a Joan Crawford, y no me gustaba imaginarme con la raya en medio y los labios como ella. Sólo quería parecerme a mí misma. También dijeron que tenía un acento sureño demasiado fuerte, y no quisieron intentar nada más”.
Volvió a Nashville. Se reunió con su marido que había vuelto de la guerra. Se divorciaron. Se fue a Haití. Volvió a Estados Unidos y se instaló en Nueva York. Seguía con la idea de ser actriz. Trabajaba como secretaria y estudiaba actuación y danza. “Nunca decidí ser modelo profesional”, ha dicho. Eso fue una casualidad. Fue en el verano de 1950 cuando se topó en la playa de Conney Island con un negro de musculoso cuerpo que hacía ejercicios. Jerry Tibbs era fotógrafo aficionado y policía. No sólo le tomó sus primeras fotos que aparecieron publicadas en revistas, sino que además fue quien le dio un consejo que sería clave en el estilo de Betty Page, el cual es imitado hasta nuestros días: “Me dijo que tenía una frente muy alta y que estaría mucho mejor con un flequillo. Así que me fui a mi casa y me lo corté, y lo he estado llevando desde entonces”.
Siguieron las sesiones fotográficas y algunos concursos de belleza. Conoció a Robert Harrison, editor de revistas como Wink, Eyeful y Tittler. Eran los años en que comenzaba el furor de las girlie-magazines, producto típico de la post guerra: revistas de pin-ups, sólo con fotos de mujeres jóvenes en poses insinuantes, aunque sin llegar al desnudo total. Eso vendría después, con Hugh Hefner y su famoso conejo.
Aunque hay que aclararlo desde ya. A Bettie nunca le molestó posar desnuda. “La primera vez que posé desnuda no me sentí avergonzada. Fue para un club de fotógrafos aficionados. Recuerdo que me sentí como si estuviera trabajando con ropa. Nunca lo vi mal. Después de todo, cuando Dios creó a Adán y Eva, los puso desnudos en el paraíso. Si Eva no hubiera probado la manzana prohibida, seguramente habrían pasado el resto de sus vidas desnudos”.

"NUNCA ME SENTI EXPLOTADA"
Se hizo cada vez más conocida entre el público de aquella revistillas de chicas con poca ropa. Poco a poco comenzaba a convertirse en un símbolo sexual. Y finalmente lo consiguió de la mano de Irving Klaw, quien por esos días ya era conocido como el Rey de las pin-up. Vendía fotos, hacía catálogos y envíos por correo. Bettie aparecería en un montón de ellas.
Irving, que trabajaba junto a su hermana Paula, terminaron de convertir a Bettie en el mito erótico que hoy se venera en todo el mundo. Paula aún comercializa aquellas fotos y ha declarado: “me alegro mucho de que se le reconozca, aunque sea después de tantos años. Tiene gracia que ahora todas las fotos de Bettie Page sean objeto de culto. Nosotros las vendemos a cientos, las enviamos a todos los rincones del país, a todas las partes del mundo. Creo que los más completos son los coleccionistas alemanes y japoneses”.
La particularidad de las fotos de Klaw eran el fetichismo y el bondage, aunque en una variante primigenia, casi inocente, antes que la estética sadomasoquista se explotara desde la pornografía a la fotografía de moda y publicitaria. Aquellas fotos muestran a Bettie y a otra de las chicas de Klaw atadas o simulando golpes, con cara de mujeres perversas, a veces, y en otras, de niñas sorprendidas en un juego sexual peligroso.
“Nunca me sentí incómoda ni explotada”, ha dicho Bettie. “Las demás modelos y yo disfrutábamos con las locuras que se inventaban Irving y Paula. Nos reíamos de ellas. Jamás tuvimos miedo por atarnos o pegarnos”.
El siguiente paso de Klaw fue filmar cortos de 8 mm. Donde pidió a sus mismas modelos de revistas que bailaran ataviadas con su lencería negra y sus tacos altos. Así, junto a strippers famosas como Tempest Storm y Lili St. Cyr, Bettie “actuó” en decenas de estas películas, hoy convertidas también en objeto de colección. Después, su éxito impulsó a Mr. Klaw a atreverse con largometrajes. Aunque en 16 mm. Y sin mayores avances argumentales que una sucesión de números de baile estilo strip tease, con uno que otro sketches. Primero fue Strip-O-Rama. Y luego vendrían Varietease y Teaserama. Sus curvas en una escena de baño con burbujas, una fantasía árabe y no mucho más. Una que otra invitación a programas de tevé y no mucho más. Claro que para 1954 ella era la “top model” del estudio de los Klaws. Cobraba el doble que las demás chicas y trabajaba en todas las sesiones y para todos los formatos.
Un posterior viaje a Miami la puso en contacto con otro nombre clave en su carrera: la ex pin-up y luego fotógrafa Bunny Yeager. Así, la imagen de Betty salió de las piezas de sillones de cuero de Klaw y fue expuesta a plena luz del sol, entre playas de arenas doradas y exóticas vegetaciones que dieron vida a una serie de postales kitsh que han hecho historia. Poco tiempo después, Bunny le sacó una foto navideña para Playboy.
“La coloqué sentada sobre sus pantorrillas, desnuda, solo con un gorro de Santa Claus que yo misma había cosido”, narra la fotógrafa. “Y preparé una improvisada decoración navideña. Luego salí a mirar revistas para hombres a las que pudiera mandar la foto. Vi una que tenía un poster central con una chica a la que llamaban Playmate del mes, era Playboy. Compré un ejemplar para copiar la dirección, y envié directamente las fotos a Hugo Hefner, el editor. A Mr. Hefner le gustó la foto y la compró por 100 dólares para convertirla en la playmate de enero de 1955”.

DESAPARICION Y RESURRECCION
Luego vinieron los malos tiempos. Estes Kefauver, el típico político de chiste y con ansias de llegar a la Casa Blanca, se hizo famoso en los 50 por sus histerias. Este es el payaso que vio en los comics la razón de todos los males de la sociedad de la época y formó parte de una comisión del Senado que descubrió que los personajes de historietas eran los causantes de la delincuencia juvenil. El siguiente paso fue la “pornografía”. Ahí arremetieron contra las girlie-magazines y sus editores. Irving Klaw tenía los días contados. Su material fue calificado de “obsceno” y lo sometieron a juicio. Aquí surge de nuevo la leyenda. Algunos dicen que la mismísima Bettie fue llamada a declarar y que tuvo que presentarse frente al Comité Judicial del Senado. Y tras declarar, habría renegado de todo.
Ella lo desmiente. “Nunca fui al estrado porque a mí no me demandaron, pero tuve que declarar para decirles que Irving Klaw no era responsable de ningún tipo de pornografía. Que ni siquiera hizo desnudos. De hecho, todas posábamos con varios pares de pantis porque le horrorizaba la idea de enseñar cualquier atisbo de vello, o los pezones. Ibamos totalmente cubiertas”.
Después de todo el tumulto, Bettie agarró sus cosas y se marchó a Miami. Era el año 1957. Tenía 34 años, llevaba nueve de carrera y se dio cuenta que sus sueños de ser actriz no tenían forma de prosperar. Fue entonces que decidió desaparecer de la escena del modelaje, y comenzaron a urdirse todo tipo de historias sobre ella.
Se habló de romances tortuosos, de historias llenas de fantasías ligadas a las de otras mujeres como ella, con finales trágicos y tórridos. Durante los ochenta comenzó a despertar su veneración. Aparecieron fanzines dedicados a ella, libros. El dibujante de comics, Dave Stevens se inspiró en ella para un personaje, se rescató su material, sus fotos volvieron a venderse a muy buen precio. Surgieron las historias sobre ella, artículos y reportajes. Playboy encargó retratos. Varios pintores la recrearon. En 1989 la revista Hot talk publicó un reportaje sobre su vida y ofreció una recompensa a quien diera con ella. La revista L.A Weekly también hizo algo similar. Era obvio, la reina del fetichismo, se había vuelto un fetiche en sí misma.
Todo el mundo quería saber qué había pasado con Bettie. No fue hasta 1992 que el programa Estilo de Vida de Ricos y Famosos la encontró. Ella se dio cuenta que a menos que hablara y confirmara que aún estaba viva, nunca dejarían de buscarla y acosarla. Así que accedió a dar una entrevista, aunque sólo telefónica. Tenía casi 70 años y no quería romper la imagen que todos tenían de ella como sensual modelo.
“Dejé de posar porqué pensé que debía dejarlo mientras estuviera arriba. Tenía 34 años cuando me marché de Nueva York y abandoné mi carrera. Me fui a Florida, y justo antes del Año Nuevo de 1959, estaba caminando por una calle de Kay West, y sentí como si alguien me cogiera de la mano y me llevara hacia una pequeña capilla con una cruz de neón blanco que salía de ella. Escuché el sermón, y me costó mucho esperar al domingo siguiente para volver a oír al predicador. Pensé que Dios no quería verme nunca más haciendo nada relacionado con mi anterior vida”, contó ella en esa ocasión.
Y ha seguido así. Alejada del mundo. Se volvió a casar con su ex marido de juventud. Se separó y se casó de nuevo con un tipo divorciado y con tres hijos. Se divorció de él a mediados de los setenta. Luego vivió sola, cuidando el jardín y sobreviviendo apenas hasta comienzo de los 90, los que, según ha dicho, fueron “los peores años de mi vida. Sin dinero ni respeto”.
A pesar de que salió de su ostracismo y contó la verdad de su historia, la locura por ella no acabó. Concursos de dobles, figuras, posters, merchandasing, grupos de fans (es cosa de ver en Internet, donde hay varios), libros sobre su vida y recopilaciones de sus fotos. Personalidades muy diversas se ven atraídas por si figura. Desde Madonna a Liv Tyler (que quería actuar en una película sobre su vida). O el propio Martin Scorsese, que alguna vez pensó en dirigirla, o la cantante uruguaya Natalia Oreiro, fan acérrima y que usó su look en el clip Veneno.
Hoy, le siguen llegando los derechos de imagen de lo que se publica con ella. Pero a pesar de las múltiples ofertas para aparecer en TV o participar en un filme biográfico para el cine o la televisión, ella sigue sin decirle a nadie donde vive. No da ni el teléfono. Terminó el misterio, pero no la leyenda. El mito de Bettie Page está vivo.
La leyenda sexual sigue intacta.

2 comentarios:

ROKER66 dijo...

ES UNA DIOSA SEXUAL DEL FETICHISMO EROTICO FESTIBO.CON UNA CARGA EROTICA GRANDE Y NATURAL,COMO TIENE QUE SER,EL SEXO ES NATURAL Y BONITO ,ES UN REGALO DE DIOS ,ESAS SON SUS PALABRAS,ESPERO QUE TODAS Y TODOS SIGAMOS ESE EJEMPLO.Y LO MEJOR SU GRAN HUMILDAD ESO ES MUY IMPORTANTE EN ESTE MUNDO DE MISERIAS BENDIENDO TU VIDA POR UN PUÑADO DE DOLARESEN ESOS PROGRAMAS DE TELEBASURA,ESO PASA EN ESPAÑA,QUE APRENDA BARBARA REY AND COMPANI.LE TIENEN QUE HACER UN RECONOCIMIENTO PUBLICO SE LO MERECE.ES LA MEJOR POR SIEMPRE..

Anónimo dijo...

SE HA IDO UN ICONO FEMENINO QUE ROMPIO MUCHAS BARRERAS SOCIALES Y SE MANTUVO EN SU SITIO DE TODAS ES LA QUE TENIA UN MAGNIFICO CUERPO SI CIRUGIA QUE EL SANTO PADRE LA TENGA EN SU REINO