jueves, agosto 11, 2005

CRITICA DE LA SEMANA

PARENTESIS

Se empiezan a respirar aires nuevos en el cine chileno. Más allá de los supuestos boom –con los que hay que tener cuidado que ha habido varios y después nada-, de los éxitos de taquilla y de la mayor producción, local uno de los fenómenos nuevos es el de la generación de relevo del cine nacional. Jóvenes salidos de escuelas de cine, con una gran carga cinéfila y con ganas de contar historias distintas a las que han visto, al menos, en las pantallas chilenas.

A esta generación pertenecen, con sus obvias y respectivas diferencias, Jorge Olguín (“Angel negro”, “Sangre Eterna”), Matías Bize (“Sábado”, “En la cama”), Alicia Scherson (de la futura “Play”) y la dupla de realizadores compuesta por Francisca Schweitzer y Pablo Solís, que además son la primera pareja mixta en codirigir una película en nuestro país.

La cinta, ya había sido exhibida antes en algunos festivales como el de Valdivia y el de Sobras, en Santiago, es un buen ejemplo de lo que se está gestando en parte de la camada más nueva de los cineastas chilenos. Películas que tiene como referente el cine independiente noerteamericano (lo veremos también en “Play” y “Se Arrienda”), una gran carga cinéfila, que busca historias cotidianas, diálogos realistas y que tienen a la ciudad, Santiago para ser más específicos, como un escenario donde no todo es oscuro, deprimente ni marginal.

Los directores han crecido vieno películas. Y por eso hay desde el guiño cariñoso a las comedias musicales de antaño –efectiva y graciosa- , hasta la cita evidente a películas de culto, como “Buffalo 66” de Vincent Gallo. Esta es una película urgente, impetuosa, que habla de la necesidad de expresarse y relatar historias cercanas, comunes, afines a la realidad cotidiana de los realizadores y sus pares.

Camilo es un joven de 28 años insomne, inestable y ansioso. Recibe mesada de sus padres, trabaja de noche en un video club y mantiene una relación con Pola (Sigrid Alegría), que tiene otras ambiciones y necesidades, y que al comienzo de la película le pide una semana de receso en su relación.

Tras el shock y la desesperación inicial, Camilo se topa en la calle con Mikela (Carolina Castro), una chica de 16 años que parece vagar sin rumbo ni preocupaciones y que provocará un quiebre en la vida del protagonista. La chica tiene problemas mentales, pero eso no parece ser un mayor problema. Su personalidad entusiasta y desprejuiciada engancha con la inmadurez de Camilo y se inicia una relación espontánea entre ambos, que nunca se define, pero que lo cambiará a él en más de un sentido mientras dura el paréntesis de su relación amorosa.

Además de algunas reminiscencias del cine francés y la ineludible nouvelle vague (a ratos se cuela un efecto a lo Trauffaut), cuna de todas las nuevas olas; la película transita tiene elementos de comedia romántica “inteligente” y el drama urbano contemporáneo, en un estilo muy cercano a cierta tendencia del cine estadounidense independiente. Como ya lo acotamos, el filme es muy evidente en su devoción cinéfila y va remitiendo a una serie de películas que van desde El Perfecto Asesino a Alta Fidelidad, pasando por Buffalo 66, Beautiful Girls y el cine de Kevin Smith (al que también se homenajea extensamente en Promedio Rojo y se cita en Se Arrienda).

Una cámara enérgica y movediza, un Santiago claro y dinámico y unos personajes amables en su inconsistencia, son parte del encanto de esta primera película que ojalá sirva a sus realizadores para exorcisar parte de su background cinéfilo y les permita más adelante delinear más claramente su propia propuesta, la que se adivina atractiva y refrescante.

(ESTA ES MI CRITICA A LA PELICULA PARENTESIS QUE SE ESTRENA HOY, PUBLICADA EN EL DIARIO SIETE).

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