lunes, agosto 22, 2005

LO QUE ELLAS QUIEREN





Eso de que los hombres y las mujeres son iguales es una vil mentira. Somos diferentes, y no estoy hablando de las diferencias obvias del género. Sino de ser mejores o peores.

Las mujeres, no me cabe duda, son lejos mejores que los hombres. No lo estoy diciendo por quedar bien ante ellas. Lo hago porque he llegado al total convencimiento de que es así. Las mujeres son mejores, más maduras, más inteligentes, más prácticas, más útiles, más entretenidas. Y hasta multiorgásmicas, las muy malditas. Puede que cuando Freud decía lo de perversas polimorfas lo hacía en forma peyorativa, pero lo que es a mí, lo repito con envidia.

Desde pequeño me abrumaron y no porque tenga muy desarrollado mi Edipo. Me parecían misteriosas y tan atrayentes como intimidantes. Quizás el hecho de que fuera excesivamente tímido y me pasara muchas horas del día leyendo, haya confabulado en mi contra a la hora de enfrentarme directamente al género femenino. Y es que puede que la Beatriz de la Divina Comedia sea sólo una figura poética, pero algo me decía, a pesar de todas las obvias diferencias, que la musa de Dante no era -después de todo- tan distinta a esa pequeña niñita pelirroja que viajaba en la misma micro que yo cuando iba temprano al colegio, y a la que nunca me atreví a hablarle.

Son cosa seria las mujeres. Y que conste que logré superar, no sin esfuerzo, mi temor ante tamaña raza de criaturas y que no hago estas elucubraciones desde el limbo de la utopía teórica. Hace tiempo ya que pasé a la práctica en el terreno femenino y supe lo que era sentirse arrollado por su presencia corpórea y su química prodigiosa. O sea, barrieron conmigo, pero también me dejaron acercarme y conocerlas.

Soy de naturaleza curiosa. Me imagino que por eso me gustaba tanto ver documentales de animales cuando chico (ah, quien hubiese tenido Animal Planet hace 25 años) y después terminé por hacerme periodista. Y por eso también me dediqué a la observación del bendito animal femenino con la misma dedicación y constancia del ornitólogo apasionado que se puede pasar meses viviendo en medio de los arbustos sólo para presenciar la maravilla del apareamiento de dos buteos fuscescens australis.

No voy a extenderme aquí y parecer más presumido aún de lo que soy enumerando las conclusiones a las que llegué después de años de experimentar en terreno el contacto directo con las hembras de la especie. Pero algún resultado debo haber obtenido. Por algo debe ser que la mayoría de mis amigos, los mejores, son amigas. Y ha sido así desde hace tiempo. Hay más cosas de qué conversar y reírse. Son más abiertas y comunicativas. Qué le vamos a hacer, cuando a uno no le gusta el fútbol y ha decidido quedarse de peatón por principios, cuesta más conversar con un congénere.

Y esto ayuda. Porque las posibilidades de que a alguien le pase lo que a Mel Gibson en esa película con Helen Hunt donde le leía –literalmente- el pensamiento a las mujeres, son nulas. Además de que sería una soberana idiotez. Para saber lo que ellas quieren, nada mejor que dejar que ellas mismas se lo digan a uno. Si alguien quiere escuchar, ahí están las claves para conectarse con ellas, con su sensibilidad, y aprender.

Vaya la recomendación. Puede ser de lo más útil llevar años escuchando confesiones de todo tipo de parte de mujeres inteligentes, divertidas, interesantes, relajadas y asertivas. Esto, claro, partiendo de la base de que se las quiera entender. Yo trato, aunque me sigan asombrando y me parezcan unos seres increíbles y todavía me pase lo que al poeta Bertoni cuando decía: “Para mí, lo más fuerte han sido las mujeres. Puedo ir por la calle y, si veo a un ser de esos que me conmueven sinceramente, siento que pierdo toda la sangre y me caigo al suelo como un abrigo”.

3 comentarios:

De paso dijo...

Es extraño. No creo que seamos mejores que los hombres. Creo que hay mejores representantes que otros en ambos lados. Hay hombres bellísimos tbn, como hay chicas a las que en realidad prefiero no conocer. Bueno, obvio, no? Debe ser mi falta de romanticismo al respecto... o mi obstinado boicot ante el enamoramiento por el humano en general.

Ahora claro, hay espacios que, al lado de una de nuestro mismo traje, se llena de una suavidad deliciosa. Y es cierto, es un orgullo ser parte de este lado, pero creo que finalmente tiene más de cultura que de verdad. Lo femenino es un consenso y hay chicos que lo portan de manera soberbia.

Bueno, hablo desde un mundo donde los partidos de fútbol no son lo esperado del día... creo que me he alejado acertadamente de esas reuniones donde el sonido de la chela es lo más interesante para oír.

Ud lo ha dicho mi querido Olave, es cosa de hablar, de querer hablar. Y de vez en cuando hacerlo de cosas que valgan la pena ser dichas. De vez en cuando mirarse entre dos es vital. Hay que puro querer hacerlo y aguantar nuestro reflejo. Tiene mucho de ejercicio... y más de ganancia.

Lindo, me gustó tu blogssssss.

amaru dijo...

Aunque se que no leeras este comentario, quiero decirte que es lindo conocer a un hombre que comprende tan cabalmente la naturaleza femenina....nosotras siempre decimos que queremos, sin caretas ni disfraces...¿por que estos gilipollas no entiendes, si somos tan claras y transparentes?

Anónimo dijo...

hola, solo quiero decir que tienes mucha razon en todo lo que dijiste, por que las mujeres son unos seres que nunca dejaran de asombrarme.
Todas ellas se ven tan lindas, sus caras de una u otra forma simpre son tan expresivas ya sea luciendo una linda sonrisa, pero ellas simpre tienen algo inesperado que termina por asombarte, ademas de que son confiables